“Por tanto, prisionero por el SEÑOR, recurro a ustedes y les ruego andar
(llevar una vida) digna del [divino] llamamiento, el cual han recibido [con
la conducta que forma parte del Supremo llamamiento al servicio de
Dios,… viviendo de una manera correcta] con completa humildad de la
mente y mansedumbre (desinteresados, con templanza y bondadosos), con
paciencia, soportándose y apoyándose los unos con los otros en amor”
(Efesios 4:1-2, AMP).
La mayoría de nosotros no tenemos ningún problema con permitirnos cierto comportamiento. Cuando somos agresivos o somos groseros con alguien rápidamente excusamos nuestro mal comportamiento. Si alguien señala nuestras equivocaciones en nuestra vida de amor, le contestamos: “Bueno, no quise decírselo de esa forma. Es sólo que estoy cansado, y últimamente he estado bajo mucha presión. No fue mi intención hacerle daño a nadie”.
Pero cuando se trata de lidiar con los demás, por lo general, no expresamos lo mismo. De hecho, muchas veces somos más rápidos en ser duros con los demás que en tranquilizarnos. Cuando alguien no es amable, es muy probable que nos molestemos, por el tono en que nos habló. Quizá digamos “¿Escuchaste el tono de voz que usó conmigo?, ¡fue muy rudo!, ¡prácticamente me insultó!”.
Pero en la PALABRA se nos indica que debemos soportarnos los unos a los otros. En otras palabras, deberíamos ser más duros con nosotros mismos que con los demás. En lugar de justificarnos, admitamos que nos hemos equivocado y arrepintámonos. Cuando demostramos poco amor en nuestras palabras o en nuestro comportamiento, debemos disculparnos diciendo: “Siento mucho haberte hablado de esa forma. No tengo excusa para mi mala actitud. Por favor, perdóname, por haber sido poco amable”.
Debemos ahorrarnos nuestras excusas con los demás. Si vivimos en amor, creamos lo mejor de ellos. El verdadero amor prácticamente hace imposible que las personas nos ofendan, pues en vez de acusarlos o maltratarlos, defendámoslos. Incluso, soportemos a las personas que intencionalmente actúan mal contra nosotros, y digamos: “No creo que esa persona en realidad haya querido actuar de esa manera. Yo creo que su corazón está en lo correcto, y sólo utilizó las palabras equivocadas. Además, es muy probable que esté teniendo un mal día”.
Algunas personas piensan que ese tipo de tolerancia los hace menos inteligentes. Sin embargo, según la verdad bíblica, esa actitud forma parte de vivir en amor. Y tomar esa actitud no lo hace menos inteligente.