«Habiendo dicho esto [Jesús], clamó a gran voz, Lázaro ven fuera. Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.»
(Juan 11:43-44)
Siendo conscientes de estos maravillosos beneficios de llevar una vida de amor: ¿Por qué nosotros, como creyentes, fracasamos tanto en vivir de esa manera? Por lo general, es porque aún pensamos y reaccionamos según lo que llevamos en nuestro interior —el lugar donde Dios (quien es amor) habita—.
Estamos en la misma condición en la que se encontraba Lázaro justo después de que Jesús lo resucitó de la muerte. Quizá usted recuerde la historia de Juan 11. El amigo de Jesús, Lázaro, estuvo muerto por cuatro días. Jesús le ordenó a la tumba que se abriera, y a su amigo que volviera de la muerte.
En obediencia a la voz del Maestro, Lázaro salió de la tumba; pero de acuerdo con la Biblia, se nos enseña que aún estaba envuelto en una mortaja. Las vendas estaban alrededor de su cuerpo. Aunque había vida dentro de él, aún no se podía mover con facilidad, entonces Jesús les dijo a los que estaban parados ahí: «¡desátenlo y déjenlo ir!».
Ésa es una buena ilustración de nuestra condición. Cuando nacemos de nuevo, nuestro espíritu humano cobra vida con la misma vida de Cristo. Espiritualmente nacemos de Dios. Pero los hábitos egocéntricos que adquirimos cuando nuestro espíritu estaba muerto por el pecado, aún están ahí. Todavía estamos envueltos. Para que nosotros seamos libres de vivir en la nueva vida que Dios ha puesto dentro de nosotros, esos hábitos mortales de egoísmo, la falta de perdón, la irritación e impaciencia tienen que ser removidos.
¿Cómo lo logramos?
A medida que tengamos comunión con el SEÑOR en oración, y pongamos Su PALABRA en nuestro corazón, Su verdad nos hará libres (Juan 8:32). Entonces le podremos decir a cada uno de esos hábitos mortales “Me niego a ceder ante ustedes. Andaré en amor. Dejo atrás el odio, la falta de perdón y el egoísmo. Iré hacia delante en el poder y la gloria de Dios. ¡Desátenme y déjenme ir!
No se requiere de semanas o meses para cambiar de la vida natural a la sobrenatural. Para un seguidor de Jesús nacido de nuevo, todo lo que se necesita es tener comunión con Él, y tomar la decisión de rendirse a la fuerza del amor.
Dios ya ha puesto de Su amor dentro de usted. Así que no lo encierre en su interior. Atrévase a realizar lo que en la Biblia se nos enseña y vístase del nuevo hombre creado conforme a la imagen de Dios (Colosenses 3:10). Quítese la mortaja y descubra ¡cuán bueno es ser libre!