«Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios;
porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced
el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido
en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros
habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros
sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo»
(1 Juan 4:1-4).
No hay duda al respecto, el espíritu del anticristo está obrando en el mundo hoy. Podemos notar la gran influencia del diablo con sólo oír las palabras y ver la vida de las personas a nuestro alrededor. Vemos en la televisión y en las revistas oposición hacia la santidad y las cosas de Dios. Pareciera que la sociedad se está revelando contra cada restricción, y que las fuerzas del diablo los presionan más y más hacia la inmoralidad y las tinieblas.
Quizá en algún momento haya querido expresar: “Si Dios es amor, ¿por qué no hace algo con todo lo que está sucediendo?”.
Él está haciendo algo al respecto. Nos ha puesto a usted y a mí, —a todos los creyentes— en medio de esta situación; y nos ha dotado de poder para vencer las tinieblas. Somos la luz de Dios en este mundo. Y sin importar cuán grande lleguen a ser las tinieblas; no podrán apagar nuestra luz.
Sentí un gran alivio para mí cuando descubrí esta revelación. Kenneth y yo enfrentábamos varias situaciones imposibles. En ese entonces, parecía que el diablo tenía el control, no sólo del mundo a nuestro alrededor; sino también de nuestra vida. Entonces descubrimos que Dios nos hizo vencedores, y comenzamos a declarar: “¡Mayor es el que está en nosotros!”.
Entre más creíamos y actuábamos conforme a esa declaración, más victoria obteníamos. Poco a poco, Kenneth y yo tomamos el poder que Dios nos había otorgado — por medio de Su Espíritu, y de Su Palabra—expulsamos al diablo de nuestra vida, de nuestro matrimonio, de nuestra familia y de nuestras finanzas. Luego, con ese mismo poder vencedor, comenzamos a ayudar y a influir en la vida de otras personas. Descubrimos lo que el amor de Dios puede hacer en nosotros, y ¡a través de nosotros!
La próxima vez que se sienta abrumado por las circunstancias de la vida o por las tinieblas del mundo a su alrededor, recuerde que Mayor es el que está en usted. No permita que el diablo lo perturbe con las cosas que esté haciendo, mejor invierta los papeles. Levántese como un vencedor, pues para eso lo diseñó Dios. Permita que Su amor en su interior brille, y comience a disipar las tinieblas ¡con la luz de Dios!