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Pregunta del día

junio 03

¿Puedo perder mi salvación?

Cualquier creyente puede sentir que ha perdido su salvación. Sin embargo, la respuesta es simple, si buscas en el corazón de Dios: Dios no intenta alejar a nadie del cielo. Y demuestra esto, amando tanto al mundo: «que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16, NTV).

Para que pierdas tu salvación, ¡alguien tendría que arrebatarte de unas manos muy poderosas! Jesús dijo en Juan 10:27-29: «Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre».

Una vez que naces de nuevo, si pecas, puedes confesar tus pecados y Dios te perdonará (1 Juan 1:9). Dios ofrece Su gracia (Su poder sobrenatural), a fin de permitirnos disfrutar de una vida santa (1 Corintios 10:13; 2 Corintios 12:9). En ocasiones, las presiones de la vida parecen abrumadoras. Cuando eso suceda, no olvides que tienes la habilidad de volver tu corazón a Dios y pedirle Su ayuda. En Hebreos 4:16, dice: «Por tanto, acerquémonos confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para cuando necesitemos ayuda».

El pecado no te mantendrá alejado del cielo. La única cosa que puede alejarte del cielo es rechazar a Jesús. Cuando pecas, quebrantas tu comunión con Dios; pero tu relación no queda destruida. Por esa razón, es muy importante para los cristianos acudir a Jesús, y no alejarse de Él cuando pecan. En Romanos 8:1, se nos enseña: «Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús». Recuerda que la sangre de Jesús jamás perderá su poder para limpiarte —¡y Dios está emocionado de verte crecer en Él!—.

Hay algo más que debes considerar: No somos salvos por vivir sin ningún pecado, sino por la vida de Jesús. Jamás olvides esto: «pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Entonces, como se nos declaró justos a los ojos de Dios por la sangre de Cristo, con toda seguridad él nos salvará de la condenación de Dios. Pues, como nuestra amistad con Dios quedó restablecida por la muerte de su Hijo cuando todavía éramos sus enemigos, con toda seguridad seremos salvos por la vida de su Hijo» (Romanos 5:8-10, NTV).

¡Salvos por la vida de Su hijo! Si Dios tiene ese gran amor por el pecador, sólo imagina cuánto más amor tiene por Sus hijos. La sangre de Jesús pagó el precio por todos los pecados de la humanidad. Por tanto, no existe pecado que envíe a ninguna persona al infierno.

Cuando entendemos que la sangre de Jesús pagó el precio de nuestros pecados, podemos declarar confiados: ¡Somos salvos por Su vida!