Dios le dijo a Josué: «Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien» (Josué 1:8). De acuerdo con este versículo, podemos ver que la prosperidad de Dios obrará sólo en la vida del creyente que está comprometido con la Palabra. ¡Pues la Palabra de Dios debe ocupar el primer lugar!

Nuestro Padre celestial se deleita en la prosperidad de Sus hijos (Salmos 35:27). En 3 Juan 2, dice que la voluntad de Dios es que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud; así como prospera tu alma. Las leyes de la prosperidad, están basadas en tu obediencia a la Palabra de Dios. Si buscas primero el reino de Dios, sabrás cómo hacer lo que la Palabra de Dios nos manda; la cual hará que tu camino sea prosperado, y después obtendrás buen éxito. Para obtener la prosperidad no existe ningún atajo. Pues buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia, debe ser tu prioridad.

Una vez que tomes la decisión de calidad de darle a la Palabra de Dios el primer lugar, PODRÁS ESTÁR FIRME. Cuando tengas el conocimiento en tu corazón de que la Palabra de Dios es verdad, no importará el tipo de prueba que Satanás ponga en tu camino, pues sabrás que el resultado final será tu victoria. Y no tendrás que preguntar: “¿Cuánto tiempo debo permanecer firme?”.  Pues sabrás que ya has hecho todo para estar firme. La fuerza de la paciencia (permanecer firme en lo que Dios ha dicho que te pertenece) asegura tu fe, y la mantiene activa hasta que se manifiesta el resultado deseado. Y la prosperidad de Dios llegará a ti en abundancia.

Si no has visto de inmediato la manifestación de lo que has pedido en oración, no significa que la Palabra de Dios no sea cierta —pues sí lo es—. No estamos jugando un partido de nueve entradas; jugamos hasta obtener la victoria. No te rindas. ¡Mantente bateando hasta que le pegues a la pelota!