“Imiten mi [ejemplo], como yo imito a Cristo (el Mesías).”
(1 Corintios 11:1, AMP)
Si usted quiere saber más acerca de cómo vivir en amor con otras personas, siga el ejemplo de aquellos que más lo han amado. Preste mucha atención en cómo se expresan y en cómo actúan. Permita que la vida de amor de la cual ellos disfrutan, sea un ejemplo para usted.
Si observa cómo otros se expresan de manera práctica el amor de Dios, esto puede inspirarlo e instruirlo mientras busca hacer del amor su estilo de vida. Cuando usted recibe muestras de afecto, y su espíritu percibe una dulce sonrisa y palabras amables de otras personas; usted puede adoptar el mismo hábito y transmitir ese amor. Cuando sea bendecido por alguien que busca lo mejor para usted, no sólo se quede disfrutando de los beneficios de ese amor, aprenda de su ejemplo y también busque lo mejor para los demás.
Gloria y yo tenemos una amiga que aprendió la forma de amar de su padre. Ella nos contó que su padre era la persona más amorosa que cualquiera haya conocido. Parecía que él no veía los defectos de los demás. Amaba a todos de manera incondicional con su fuerte y fraternal amor.
Aunque él no era una persona dada a expresar palabras de adulación, ella nos dijo que cada vez que él lo veía a los ojos, usted podía darse cuenta que lo apreciaba. Su manera de ser podía hacerlo sentir como la persona más amada sobre el planeta. A veces, cuando escuchaba a un predicador impartiendo un sermón lleno de errores, aunque todos criticaran al ministro, el padre de mi amiga tenía algo bueno que decir. Él estaba de acuerdo con algún punto, y exclamaba: «Fui muy bendecido por ese hermano hoy». Y todos se quedaban callados de inmediato, pues su amor era superior a cualquier corrección doctrinal.
Cuando ese maravilloso hombre alcanzó la tercera edad, y se fue a casa con el Señor; su hija expresó la cosa más maravillosa que cualquier hijo pueda decir de su padre: «¡Quiero ser como mi padre!».
Como su amigo, puedo dar fe de que ella es como su padre. Pues a causa de que decidió imitar el amor de su padre, ella es una de las personas más amorosas que conozco. Ella obedece lo que se nos enseña en 1 Juan 3:18: «Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad».
Quizá usted no tenga a nadie que le dé un ejemplo de una vida de amor. Talvez usted no tenga un padre de carne y hueso a quién imitar. Pero imite lo que pueda de las demás personas que son amorosas, y para todo lo demás imite a Jesús. Estudie Su vida de amor en las Escrituras, y pídale a Él que lo ayude a ser de inspiración para aquellos que siguen sus pasos. Conviértase en lo que ellos tanto anhelan encontrar —un verdadero ejemplo de una vida de amor—.