«No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.»
(Romanos 12:2)
Si usted es un creyente nacido de nuevo, es posible que se pregunte cómo iniciarse en la fe. Es muy simple, en Romanos 10:17 se nos enseña que la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.
Cuando Kenneth y yo aprendimos por primera vez cómo vivir por fe, estábamos tan hambrientos que tomamos un curso intensivo de la Palabra. Día y noche, escuchábamos predicaciones.
De hecho, la mayor parte de ese primer año, casi sólo leíamos, estudiábamos y escuchábamos la Palabra. Nos sentíamos tan cansados de fracasar que sólo nos interesaba la Palabra. En ese entonces, Kenneth viajaba mucho y yo me quedaba en casa con los niños. Sin embargo, ¡por mi propia cuenta estaba experimentando un avivamiento!
Me había sumergido en mi propio mundo, rodeada de la Palabra y de la fe. Invertía todo mi tiempo extra estudiando las Escrituras y escuchando prédicas. Un día, estaba colgando la ropa para que se secara, pensando en lo que había aprendido; cuando el teléfono sonó. Me apresuré a contestar, pero me encontraba tan cautivada por la Palabra que en vez de responder “hola”; accidentalmente dije: ¡Aleluya! Mi copa estaba rebosando.
Talvez usted piense que es algo exagerado, pero le recomiendo que sea extremista en esta área. Le aconsejo que se sature con la Palabra de Dios, a fin de que no exista lugar en su pensamiento para la incredulidad, la duda o el temor. Llene tanto su corazón, al punto que la Palabra comience a fluir de manera natural de su boca. Permita que ésta se apodere de usted y renueve su mente.
Entonces cuando Satanás le mienta diciéndole que Dios no escucha sus oraciones, que usted no recibirá su sanidad o que no obtendrá ese nuevo empleo; no le preste atención. En vez de eso, comience a recordarle la misericordia de Dios. Declare lo siguiente: El Señor es bueno con todos. Él es compasivo, pues Su dulce misericordia se encuentra sobre cada una de Sus obras, y ¡eso me incluye a mí! Yo soy uno de los favoritos de Dios.
Si ha tenido temor de acercarse a Dios para presentarle sus necesidades… y temor a que no se cumplan las bendiciones del Señor en su vida; comience hoy a meditar en Su misericordia. Invierta tiempo pensando en la inmensa bondad que Él desea derramar sobre su vida. Después abra la puerta de la fe y ¡permita que ésta entre!
Tome un curso intensivo de Su Palabra, y deje que las bendiciones fluyan hasta que usted haya alcanzado el límite de sus expectativas. Y luego permanezca a la expectativa de recibir más. Experimente la buena vida que ¡Dios ha preparado para usted!