«Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá,
sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que
siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no
volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en
aquello para que la envié»
(Isaías 55:10-11).
Si usted declara lo que Dios afirma acerca del amor, la Biblia le garantiza que verá los resultados en su vida. Los rasgos de su testaruda personalidad, los cuales pensó que nunca cambiarían, comenzarán a ablandarse. Los hábitos poco amorosos que parecían indestructibles, comenzarán a desaparecer si se atreve a declarar fielmente 1 Corintios 13: “Soy paciente y bondadoso. No soy envidioso o celoso. No soy pretensioso ni rudo. No actúo de forma indecorosa, no insisto en lo que es mío. No soy susceptible, y no tomo en cuenta el daño que me hacen…”.
Declarar la PALABRA de Dios activa la ley espiritual. Cuando ésta sale de nuestra boca, lleva a cabo lo que se le pidió. Prospera y cumple el plan de Dios en nuestra vida.
Quizá usted diga: “Sí, lo sé. He escuchado eso antes”.
Entonces, ¿qué está haciendo al respecto? ¿Está actuando conforme a esa revelación? ¿Está haciendo lo que sabe hacer?
Todos tenemos que examinarnos en esa área, pues fácilmente podemos car en el asentimiento mental. Quizás pensemos que sólo estar de acuerdo con la PALABRA es suficiente. Nos ocupamos con otras cosas, y nos negamos a realizar lo que en la Biblia se nos pide. Al final, podremos ver que no estamos obteniendo ningún progreso espiritual.
Eso me recuerda a algo que nos ocurrió a Kenneth y a mí hace años. Salimos de nuestra habitación del hotel y tomamos el elevador, pero estábamos tan enfocados en nuestra conversación, que no estábamos poniendo atención a lo que estábamos haciendo. Minutos después, buscamos el indicador para ver en qué piso nos encontrábamos, y nos dimos cuenta de que el elevador no se había movido. Estábamos en el mismo lugar donde comenzamos, pues ni siquiera habíamos presionado el botón, o sin pensar presionamos el botón para ir al piso donde estábamos. Y allí estábamos, vestidos ¡y sin un lugar a dónde ir!
No permita que eso le suceda en el área del amor, no se quede vestido con el conocimiento de la PALABRA referente al amor de Dios en su interior… para luego quedarse sin un lugar a donde ir. Coméntele al SEÑOR qué hallo en Su PALABRA, confiésela y viva conforme a ella, a fin de que ésta lleve a cabo lo que debe hacer.