«Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por
los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar
todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de
Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento»
(Colosenses 2:1-3).
Seamos sinceros, desde el punto de vista humano, hay algunas personas que son imposibles de amar. Hay personas que despreciarán las expresiones de bondad que usted les muestre. Incluso se molestarán sin que usted los ofenda.
Si usted los saluda y les dice: “¡Buenos días, se ve muy bien hoy!”.
Podrían responderle: “De seguro le sorprende que me vea bien hoy, ya que no puedo darme el lujo de comprar la clase de ropa que usted se compra”.
Ese tipo de personas no sólo estorbarán en su vida de amor, sino que lo harán enfurecer si intenta cambiarlas en sus propias fuerzas. Permanecerá despierto toda la noche pensando en cómo alcanzarlas… y no logrará nada.
¿Sabe por qué? Porque la respuesta no está en su mente, sino en su espíritu. Es allí donde el Espíritu Santo mora, y en la Biblia se nos enseña que en Él se encuentran escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento (lea Colosenses 2:3). Algunas veces leemos todo lo que se encuentra en la Biblia, contrario a cómo leemos todo el contenido de un libro de recetas. Cuando la receta nos indica que vertamos toda la azúcar en la batidora, no significa media taza, sino ¡significa toda! Por tanto, si desea descubrir esos tesoros, lea toda la Biblia de la misma manera que leería todo lo que se encuentra en un libro de recetas.
Invertir tiempo para pensar en cómo adquirir sabiduría para vivir en amor, es como ¡pescar en su bañera! No pescará nada porque no hay nada ahí. Por tanto, comience a pescar en donde está la sabiduría. Sintonice su corazón con la oración y la alabanza. Adore al SEÑOR y ore en lenguas por un momento. Cuando lo haga, usted comenzará a sacar provecho de la sabiduría de Jesús.
El SEÑOR sabe todo lo referente a cómo amar a las personas. Él sabe cómo amar a las personas dulces y a las amargadas. Dios puede darle la gracia para hacer que las críticas no produzcan ningún efecto en su vida, de la misma manera en que el agua no puede producir ningún efecto en las plumas de un pato. El Señor puede darle la sabiduría necesaria, a fin de que sepa qué responder ante cada situación, y el corazón para amar a las personas que nadie más ama.
Quizá ellos sean tan rudos que nunca aceptarán que el amor que les demostró los alcanzó. Pero si usted sigue la dirección del Espíritu, éstas personas, en su corazón, sabrán que fueron amadas.