«Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová
con alegría; venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que
Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo
suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de
gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle, bendecid su nombre»
(Salmos 100:1-4).
Creo que algunas personas han malinterpretado este versículo pues piensan que en el versículo se afirma que debemos servirle al SEÑOR con tristeza. Entonces expresan: “Sí, yo amo al SEÑOR, pero el camino es difícil, las cargas son pesadas, y la lucha nos está trayendo consecuencias”. Es como si ellos pensaran que a Dios le complace el precio que están dispuestos a pagar por Él, y que mientras más sufran, más feliz estará Él.
¡Este tipo de pensamiento está muy alejado de la verdad! Pues Dios anhela que le sirvamos con alegría y no con tristeza. Él nos ama y es BENDECIDO cuando nos ve alegres y cantando Sus alabanzas. Él disfruta cuando nos acercamos a Su presencia con cánticos, ¡y no con suspiros!
Si usted medita al respecto, le será fácil comprenderlo. Después de todo, ¿no se siente usted bendecido cuando ve a sus hijos alegres y disfrutando de las cosas que les ha dado? ¿No sería doloroso para su corazón si todo el tiempo se arrastraran mientras comentan lo difícil que es para ellos ser su hijo? Si así fuera, usted expresaría: “Espera un minuto, yo te doy más de lo que me pides, trabajo duro para asegurarme de suplir todas tus necesidades y tienes todo lo necesario para gozar una vida llena de bienestar y felicidad. ¡Lo menos que podrías hacer es valorarlo y disfrutarlo!”.
Sea con Dios como desea que sus hijos sean con usted. Cultive una actitud de gratitud y de gozo. Si ya la tiene, haga lo que un viejo himno nos enseña: “proclame sus bendiciones”.
Quizás usted argumente: “Pero no tengo ganas de proclamar mis bendiciones, tengo serios problemas y necesito que Dios obre en mi vida”.
Ésa es una razón más para recordarse de cuánto lo ama Dios, y agradézcale por Su fidelidad. Pues es sencillo para Dios obrar en su corazón cuando usted es agradecido. Y para usted será fácil tener fe cuando se regocija en Él.
Para el SEÑOR es difícil obrar en su vida, cuando usted se molesta con Él todo el tiempo, eso limita Su poder. También lo limita cuando se preocupa y declara: “¿Dios, por qué permitiste que éstas cosas malas me sucedieran?”. Pensar de esa manera lo hará dudar y no tendrá fe.
Por tanto, lea esos versículos de manera correcta. Lleve a cabo lo que se le enseña, y sírvale al SEÑOR con alegría. Cántele y alábele por Su maravilloso amor. Dios no sólo será BENDECIDO por sus alabanzas, pues éstas le abrirán la puerta para que realice obras aún más maravillosas en su vida.