«Y también junto con él nos resucitó, y asimismo nos sentó al lado de Cristo Jesús en los lugares celestiales, para mostrar en los tiempos venideros las abundantes riquezas de su gracia y su bondad para con nosotros en Cristo Jesús»
(Efesios 2:6-7)
Por años, la gente me ha dicho que la razón por la cual Dios nos salvó es para que cuando lleguemos a la gloria, podamos pasar el resto de la eternidad amándolo y adorándolo. Pero esa no es la verdad.
Suena muy bonito, pero es algo que alguien se ha inventado. Dios no es egoísta; más bien es todo lo contrario. Él es el dador por excelencia. El amante supremo. Él no hace nada tan sólo para conseguir algo a cambio.
Entonces, ¿por qué nos salvó? La Palabra de Dios dice que lo hizo para que en los tiempos venideros, Él pudiera mostrarnos las abundantes riquezas de Su gracia.
¡Medita en eso! Dios pasará la eternidad mostrándonos las riquezas de Su gracia.
Esa es la razón por la cual envió a Jesús al mundo. Dios amó al mundo de tal manera que dio a Su Hijo unigénito. Dios dio a Jesús para que no fuera Su único hijo. Él lo envió para poder tener más hijos, con el fin de amarlos y entregarles todo lo que tiene; y ha planeado hacerlo durante toda la eternidad.
Como creyente, tienes por delante el futuro más glorioso que cualquiera pudiera desear. Pero no esperes hasta que llegues a la gloria para disfrutarlo. Puedes comenzar ahora mismo. Después de todo, ¡ya estás sentado en los lugares celestiales con Cristo Jesús!
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