«No pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí. Corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado.»
(Salmos 101:3-4)
Gran parte de la programación que usted encuentra en la televisión y en las películas, no edifica su vida de amor. El entretenimiento secular está lleno de lenguaje obsceno, de egoísmo y de contienda. Y si desea edificar su vida de amor, el Espíritu de Dios lo guiará más y más a apagar esa programación desagradable.
¿Por qué? Porque cuando usted alimenta su mente mirando y escuchando, una y otra vez, ese tipo de programas; se vuelve insensible al mensaje pecaminoso que transmiten. Luego, éste se abre camino a través de su mente y de su corazón… y, cuando menos se lo espere, comenzará a actuar conforme a ese mensaje pecaminoso.
En la Biblia leemos que debemos eliminar de nuestra vida esa clase de comunicación indecente, por ejemplo: la ira, el enojo, los malos sentimientos hacia los demás; los insultos, las calumnias, las ofensas, y tampoco debemos decir groserías y palabras deshonestas” (Colosenses 3:8, AMP). No hace falta ser un genio para saber que no debemos ver telenovelas, programas de entrevistas, y muchos otros programas que las personas mundanas ven. Esa programación, carece de amor y es tan perversa que no debemos darle lugar en lo absoluto en nuestra vida. Necesitamos ser conscientes que esas cosas son las que utiliza el diablo, para llevar a las personas a las tinieblas. Y es necesario que declaremos lo mismo que el salmista: «No pondré delante de mis ojos cosa injusta».
He descubierto que el simple hecho de cambiar el canal, no nos protege de esas cosas. Mientras vivamos en este mundo, siempre habrá personas que hablen y se comporten según esas influencias. Y como dijo un ministro: “cerremos la puerta para que no se contamine nuestra naturaleza”. Dios nos ayudará a cerrar nuestro corazón ante tales influencias, a fin de que no entren en nosotros.
Sin embargo, si por voluntad propia vemos esas cosas impías, nos salimos de la protección de Dios. Tomamos la decisión de abrirle la puerta de nuestra naturaleza a la basura del diablo. Y de forma consciente, elegimos sembrar para la carne; y en la Biblia se nos enseña que cuando sembramos para la carne, cosechamos corrupción (Gálatas 6:8). Ésa es la inalterable ley de Dios, y se activará en nuestra vida nos guste o no.
No le dé ¡libertad a Satanás en su vida. Ni tampoco le dé la oportunidad de corromper su vida de amor y de sembrar contienda en su corazón. Cuando vea algo en la televisión que pueda ensuciar su espíritu nacido de nuevo, apáguela. Si se encuentra en el cine, váyase. No permita que los caminos impiadosos del mundo formen parte de su vida.