«La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros…»
(Colosenses 3:16).
En ocasiones, cuando usted le comparte a otro creyente lo que se nos enseña en la PALABRA con respecto al amor (o a cualquier otro tema), lo interrumpirá y le dirá: “Sí, ya lo sé. Yo mismo realicé un estudio completo acerca del amor. Me pase todo un año leyendo un devocional acerca del tema”.
Pero lo que esas personas no entienden es lo siguiente: Sólo saber la PALABRA no cambiará su vida. Es necesario que la PALABRA viva en su interior ahora, que la declara sobre su ser interior y que ésta dirija sus pensamientos y su comportamiento. En pocas palabras, la única PALABRA que obrará en su vida, será la PALABRA que habite abundantemente en usted.
Cuando la PALABRA de Dios referente al amor habita de manera abundante en su interior, el diablo lo presionará con circunstancias difíciles o poniendo personas desagradables cerca de usted. Pero usted reaccionará basado en la que Dios habla acerca del amor, no en la presión ; sin embargo, lo primero que debe de venir a su mente, es lo que Dios habla acerca del amor. Esa PALABRA determinará su reacción, y no la presión o las emociones.
Como ya he dicho, no es fácil vivir en amor. Se requiere de esfuerzo, incluso si usted es un conocedor acerca de éste tema, deberá seguir alimentándose de él; pues vive rodeado de un mundo sin amor. Incluso se rodea de personas con la mentalidad del sistema del mundo, quienes ven el egoísmo como algo común y correcto. Y de continuo es acosado por el diablo, quien lo presionará para obligarlo a estar de acuerdo con ellos.
Si usted no permanece firme en la Palabra, y no mantiene su enfoque en lo que Dios le indique, su corazón y su mente empezarán a ceder ante la presión del mundo que lo rodea. Comenzará a dejar de depender del amor de Dios. Y poco a poco, comenzará a expresarse y actuará contrario al amor. Cuando enfrente una situación difícil que sólo se puede resolver con amor, pondrá su mirada en el problema; y no en la respuesta. Reaccionará ante la situación, no como un hijo del Dios viviente que vence al mundo, sino como una persona sin Cristo.
Por sorprendente que parezca, en la Biblia se nos afirma que incluso los cristianos maduros y llenos de poder, pueden caer en esa clase de inmadurez. En Hebreos 5:11-12, se nos explica que podemos volvernos tardos para oír, y necesitados que alguien nos enseñe una vez más los principios básicos de la PALABRA de Dios.
Sin embargo, eso jamás sucederá si permanece firme en la PALABRA de Dios, confesándola de continuo y permitiéndole que limpie sus pensamientos y gobierne sus acciones. Nunca se apartará del amor si guarda la PALABRA de manera abundante en usted.