«No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.»
(Salmos 103:10-12)
Cada vez que comienzo a animar a las personas a que desarrollen su fe en el amor de Dios, y les explicó la disposición de Dios de perdonarlos cuando pecan y de levantarlos cuando caen. Me he dado cuenta que algunas personas se molestan, y expresan: “Hermano Copeland, si usted enfatiza tanto ese mensaje, les está dando a las personas una licencia para pecar”.
Hasta donde sé, las personas han estado pecando durante años sin necesidad de una licencia; por tanto, en realidad no necesitan una. Incluso si la pudieran obtener, no la querrían, si tuvieran una revelación genuina del amor de Dios. Sé por experiencia que esa revelación hará que usted se enamore tanto del Señor, que no querrá pecar nunca más. Se sentirá tan agradecido por Su bondad que evitará el pecado como si fuera una plaga, pues no deseará desagradar al Padre.
Cuando cometa un error, no desperdicie su valioso tiempo dándole vueltas al asunto. Sólo confiéselo, olvídelo y vaya ante el Señor. Si el diablo trata de confundirlo con sus emociones para que no se sienta perdonado, dígale: ¡Escucha Satanás! El perdón no es un sentimiento, es un hecho. Si Dios ya me dijo que me ha perdonado, entonces así es. Ahora, alabaré a Dios ¡porque para siempre es Su misericordia!
Desarrollar ese tipo de fe en el amor de Dios, realizará por usted lo que nadie más puede llevar a cabo. Hará que usted permanezca firme en la Palabra de Dios aún cuando otros retrocedan. Cuando venga la temporada de gripe y todos digan que tienen miedo de adquirirla, usted declarará lo contrario. Afirmará: Tengo un pacto con Dios. Y éste me afirma que soy sano, por tanto, ¡la gripe no tiene lugar en mi vida!
Cuando ellos le adviertan: “Yo no diría eso si fuera tú. ¿Qué ocurriría si no sucede lo que dices? El diablo te dará una paliza con la gripe antes de que tú sepas que te golpeó”.
Usted les responderá: No, no lo hará. Satanás no tendrá oportunidad alguna, pues iré directo al trono de la gracia para recibir el oportuno socorro que necesito. Después de todo, puedo entrar ahí cuantas veces quiera, pues el Todopoderoso es mi Abba Padre. Él es mi Papi, y está completamente enamorado de mí.
Cuando usted desarrolla ese tipo de actitud, ya no jugará con el pecado; al contrario, buscará la manera de darle una paliza al autor del pecado. Y en vez de buscar la manera de hacerlo pecar, ¡el diablo estará buscando la manera de escapar de usted!