«La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos»
(Proverbios 18:21).
Dios ha dicho una y otra vez que lo ama. Lo ha expresado en todas las formas posibles. Él ha prometido expresar ese amor BENDICIÉNDOLO, prosperándolo, sanándolo y satisfaciéndolo con larga vida. No hay duda al respecto. Eso es lo que Dios lo estableció.
Pero no sólo lo que Dios dice cuenta para que Sus palabras y promesas de amor lleguen a su vida, usted también debe proclamarlas. Jesús lo dijo: «…de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas» (Mateo 12:34-35).
Muchos creyentes no disfrutan las maravillosas promesas y provisiones de Dios porque ignoran este principio. De forma literal, se ponen fuera del alcance de la bondad de Dios al hablar cosas negativas. Es normal que no se den cuenta que están hablando cosas malas. Piensan que hablar cosas malas, se refiere a blasfemar o expresar cosas feas y desagradables. Pero de acuerdo con la Biblia, las palabras de duda e incredulidad son calificadas como malas. (Lea Números 13:32). De hecho, cualquier palabra contraria a la PALABRA de Dios es una palabra corrompida.
El corazón de Dios se entristece mucho cuando nos ponemos en esa posición. Él nunca deja de amarnos, nunca deja de anhelar BENDECIRNOS y librarnos. Pero aún así, no quebranta sus propias leyes espirituales para demostrarnos Su amor. Y la verdad es que obtenemos lo que confesamos, ésa es una ley espiritual eterna.
Tampoco es una ley mala. ¡Es una buena ley! Es la ley que nos permite nacer de nuevo al confesar: “Jesús, te recibo como mi SEÑOR”. Ésa es la ley la que nos permite depositar la PALABRA de Dios en nuestro corazón y en nuestra boca para poder superar cualquier ataque del enemigo. Pero si la usamos mal, obrará poderosamente en nuestra contra. Y si la usamos bien obrará a nuestro favor.
Un ministro contó acerca de un hombre que se encontraba en coma, y se le pidió que orara por él. El hombre había nacido de nuevo, sin embargo, las oraciones del ministro, no lo levantaron. A medida que el ministro continuó orando por él, el SEÑOR le habló y le dijo: Las leyes espirituales que él activó hace mucho tiempo, no pueden anularse en la actualidad.
Después, la madre y el hermano de este hombre le dijeron al ministro que desde su adolescencia, este hombre había confesado: “Nunca viviré hasta los 40”. Lo repitió una y otra vez. De hecho, eso fue lo que le dijo a su madre antes de que cayera en coma. Y efectivamente, murió 4 meses antes de que cumpliera sus 40 años.
Es muy probable que este hombre no supiera confesar algo mejor. Pero usted sí lo sabe. Por tanto, actúe de forma correcta. No deje que las palabras de amor que Dios ha declarado acerca de usted queden sin efecto. Póngase de acuerdo con Él, y deposite esas palabras en su corazón y en su boca, y ¡traiga buenas cosas a su vida todos los días!