«Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron… Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo.»
(Hechos 17:2-5)
Para vivir una vida de amor exitosa, no sólo debe proteger su corazón contra la tentación de envidiar a otros; sino también debe ser paciente con quienes han cedido a la tentación de envidiarlo. Ése puede ser su mayor desafío, pues la gente envidiosa, por lo general, es la más malvada y cruel que pueda conocer.
Si desea ver qué tan crueles pueden ser, estudie la vida del apóstol Pablo. Los líderes religiosos que envidiaban el éxito de su ministerio, continuamente le ocasionaban problemas. Sus acusaciones provocaron que lo golpearan y lo metieran en prisión. Promovieron disturbios e hicieron que Pablo fuera apedreado. (Y como el amor nunca falla, ¡Dios lo levantó!). ¡Hablando de tener un aguijón en el costado! Esos líderes envidiosos le ocasionaron problemas a Pablo adondequiera que él iba.
Cuando nos encontremos con personas así, tan difíciles de tratar, debemos amarlas. Debemos recordar que ellas no son en realidad nuestro problema. Es el diablo quien está en nuestra contra, y él sólo los está usando para llevar a cabo sus obras malvadas. Usa la inseguridad de esas personas, y la carencia de tener una vida propia para hacer que estén celosos de nosotros.
Son como los niños pobres que andaban por todo el vecindario buscando un árbol de frutas. Como no tenían dinero para comprar fruta, tiraban ladrillos y palos a los árboles de un vecino, tratando de botar una pera o una manzana; intentando obtenerlas gratis. Obviamente, esos niños no le lanzaban nada a los árboles que no producían ninguna fruta. Sólo ¡atacaban los que sí tenían fruto!
La gente envidiosa actúa de la misma forma. Sólo critican a las personas que están logrando algo, y si destacan entre los demás. Si usted fuera mediocre, ni siquiera se preocuparían en mencionar su nombre.
Entonces cuando la gente envidiosa lo ataque, no se ofenda. ¡Tómelo como un halago! Amorosamente BENDIGA a los que lo persiguen, y continúe realizando lo que el SEÑOR le ha indicado que haga. Si los ladrillos y los palos le causan dolor, utilice las palabras de Jesús para quitar ese aguijón. «Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo…» (Mateo 5:11-12, NVI).
En Lucas 6:23 leemos: “Gozaos en aquel día, y alegraos…”. Yo lo he hecho, y ¡funciona! Cuando escuchaba que hablaban de mí, así como dijo Jesús que lo harían en Mateo 5:11, yo me levantaba de mi escritorio, y empezaba a saltar y a alabar a Dios simplemente en obediencia a lo que Jesús nos había indicado que hiciéramos. Y como resultado, ¡sentía libertad y gozo!