«Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.»
(Hechos 10:34-35)
Las personas que dependen del sistema del mundo para recibir prosperidad y promoción, en lugar de depender de LA BENDICIÓN y la bondad de Dios, serán siempre presas de la envidia y la contienda. Si ven que alguien prospera más que ellos, no se regocijan, sino se enfurecen. Incluso quizá conspiren y confabulen, a fin de que el éxito de esa persona cambie. Como niños hambrientos en la fila de la cafetería de una escuela, ellos empujan y hacen a un lado a otros; con el fin de quedar de primero en la fila.
No es de sorprenderse que las personas actúen de esa manera. Después de todo, el sistema del mundo no es justo. Éste favorece a los ricos por encima de los pobres, premia la belleza exterior e ignora lo que en realidad cuenta. La promoción que viene del sistema del mundo no siempre será justa. Ellos a menudo se inclinarán por las personas que tengan las mejores conexiones sociales o por las familias de renombre. Eso hacen las personas mundanas, quienes son incompetentes y les falta iniciativa, pues en su lucha por alcanzar la cima nunca logran su cometido.
Lo hicieron en tiempos bíblicos, y lo siguen haciendo hoy en día. Un ejemplo de ese tipo de actitud lo encontramos en Génesis capítulo 37, cuando los hermanos de José lo lanzaron a un pozo; para venderlo como esclavo; a causa de que envidiaban LA BENDICIÓN en la cual él vivía. Les molestaba que él fuera el favorito de su padre. Estaban celosos del llamado de Dios sobre su vida. Por consiguiente, trataron de librarse de él y quitarle su lugar.
Por supuesto, en el caso de José esas tácticas mundanas no funcionaron. José siguió dependiendo de Dios, y a pesar de las acciones de sus hermanos por derrocarlo, él siguió escalando hasta la cima. En lugar de interrumpir su destino, las cosas malas que sus hermanos le hicieron, lo ayudaron a lo largo del trayecto.
Así es como funcionan las cosas en el reino de Dios todo el tiempo. Si usted se mantiene viviendo en amor y dependiendo de Dios, Él velará por que usted alcance la cima. Incluso tomará las cosas malas que las personas han hecho en su contra y las usará para su beneficio. Cuando ellos pongan obstáculos en su camino, Dios los transformará en escalones.
Por esa razón, Dios no hace acepción de personas. Él no tiene preferencias con personas de una raza específica, de una nacionalidad o con personas que pertenezcan a un determinado árbol genealógico. LA BENDICIÓN está disponible para todos aquellos que lo aman. Ésta obra para promover aquellos que son fieles en servirle.
Como hijos de Dios, todos estamos en la misma fila de BENDICIÓN; por tanto, podemos regocijarnos por el éxito de los demás. Necesitamos vivir en amor, y ser libres de los celos. Como una amiga afirma: «La fila para recibir la BENDICIÓN de Dios es como un asombroso bufé. Cuando veamos a las personas que están delante de nosotros con platos llenos, no tenemos de qué preocuparnos. Pues sabemos que hay más que suficiente». Y en lugar de envidiarlos, su progreso nos hará felices. Pues eso significa que la fila se está moviendo, y ¡muy pronto será nuestro turno!