«…llena está la tierra de la misericordia del SEÑOR.»
(Salmos 33:5, LBLA)
En la Biblia leemos, en repetidas ocasiones, que la Creación en sí —el hermoso mundo de Dios y todo lo maravilloso que hay en éste— es una expresión del poder, y de la naturaleza de Dios.
En Salmos 19:1, leemos: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos».
En Salmos 50:6, se nos afirma: «Y los cielos declararán su justicia…».
Y en Romanos 1:19-20, se nos enseña: «…porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa».
Lea esos versículos bajo el entendimiento de que la naturaleza de Dios es amor, y que usted ya descubrió que Dios de manera constante, le expresa Su amor —no sólo a través de las palabras escritas en la Biblia; y del testimonio de Su Espíritu en su corazón, sino también a través de la Creación—.
La razón por la cual las flores son hermosas, las frutas saben bien, el sol brilla, y la lluvia cae en primavera es porque Dios nos ama.
Quizá usted diga: “Pero hermano Copeland, ¿qué pasa con todas las cosas en la Tierra que no son buenas? ¿Acaso no son la expresión de Dios también?”.
No, no lo son. Son una expresión de la naturaleza del diablo, quien por medio del pecado ha deformado este planeta, y le ha robado todo su esplendor. Por esa razón, en Romanos 8:22, se nos declara: «Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora», hasta que Jesús regrese a completar Su plan de redención.
¡Alabado sea Dios! Pronto llegará el día en que el gran amor de Dios, elimine todas las cosas abominables de esta Tierra las cuales le han causado dolor a Sus hijos. ¡Llegará el día en que ÉL libere a la Creación de la decadencia y de la corrupción, y la lleve a la gloriosa libertad de los hijos de Dios!
Sin embargo, hasta entonces pondrá a disposición de Sus hijos lo mejor de éste planeta. Él siempre nos dará todas las cosas que necesitamos para disfrutar. Y mientras lo hace, recibamos cada una de esas cosas como una expresión de Su compasión y de Sus cuidados. Contemplemos cada flor de la primavera y escuchemos el canto de cada ave, como la voz de nuestro Padre celestial expresándonos Su amor.