«Una vez mas les digo, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo (juntos en armonía, haciendo una sinfonía juntos) acerca de lo que sea [cualquier cosa y todo] podrán pedir, esto pasará y les será hecho por Mi Padre en el cielo. En donde quiera que dos o tres se reúnan (reunidos como Mis seguidores) en Mi nombre, ahí Estoy en medio de ellos.»
(Mateo 18:19-20, AMP)
En la tierra no hay nada más poderoso que la oración de los creyentes que andan juntos en amor. El amor trae armonía entre los creyentes. Los alinea con la voluntad del SEÑOR, y los ayuda a permanecer en mutuo acuerdo.
El diablo odia que los creyentes estén en mutuo acuerdo, pues estar en mutuo acuerdo abre las ventanas de los cielos, y cierra la puerta de cualquier cosa destructiva que el diablo nos quiera ocasionar. Por esa razón siempre intenta estorbar el mutuo acuerdo, causando contienda y división, en los lugares en donde los creyentes se congregan en la forma más poderosa: la familia y la iglesia.
Hasta ahora, quizá no se haya percatado del valor espiritual de su familia. Sin embargo, si los miembros de su familia son creyentes, su familia puede ser una fuerza poderosa para Dios. Por tanto, tome la determinación de mantenerse fuera de la contienda, y viva en armonía con los más cercanos a usted. Recuerde siempre el viejo dicho: “La caridad (o el amor) comienza en el hogar”.
Por extraño que parezca, el hogar es a menudo el lugar más difícil de demostrar amor. Esto se debe a que ahí bajamos la guardia. No nos preocupamos por nuestra reputación o por tratar de impresionar a nadie. En el hogar, nada impedirá que seamos egoístas; excepto nuestro compromiso de andar conforme al amor de Dios.
Pero no se engañe pensando que no importa cómo actúa en su hogar. Pues, es muy importante. De hecho, hace años, el SEÑOR me reveló lo siguiente, y nunca lo olvidaré: Si tú permites que Satanás te detenga con contienda en la puerta de tu casa, no serás una amenaza para él en ninguna otra parte.
Entonces, antes que nada, viva en amor con sus hermanos y hermanas, con su cónyuge y con sus hijos. Procure que sus oraciones prevalezcan al estar en armonía con los miembros de su propia familia. En el momento en que se equivoque, y caiga la contienda; corríjalo. Arrepiéntase, pídales perdón, y vuélvase al camino del amor.
Al principio quizá deba arrepentirse varias veces, pues tal vez ya haya desarrollado hábitos que le tomarán un tiempo cambiar. Pero no se desanime consigo mismo cuando falle. Sólo continúe confiando en que el SEÑOR lo ayudará. Siga actuando conforme a la PALABRA. ¡Siga adelante, y siga creciendo en amor!