«Dentro de sí dicen los necios: «Dios no existe.» Corrompidos están. Sus hechos son repugnantes. No hay nadie que haga el bien»
(Salmos 14:1)
A la mayoría de nosotros jamás se nos ocurriría pensar que este versículo pudiera referirse a nosotros. Después de todo, ¡somos creyentes! Nunca diríamos que Dios no existe.
Quizás debamos considerarlo de nuevo. Es cierto que con nuestros labios nunca diríamos algo así, pero… ¿no es cierto que a veces lo decimos con nuestras acciones?
Lo decimos cuando pecamos solo un poquito aquí y allá, y pensamos que no tiene importancia ninguna. Vemos películas inmorales o nos reunimos para criticar al pastor, ignorando el mandato de Dios de no hacerlo. Con nuestras acciones estamos diciendo: “Dios no existe”.
En Salmos 14:1 se asocia esta forma de actuar con la corrupción. Bien sea que te des cuenta o no, mientras más te comportes de esa manera, más corrupto te volverás.
No caigas en el mismo error que cometen los necios cuando manifiestan públicamente que Jesús es el Señor de sus vidas, pero en la vida privada lo niegan con sus acciones. Usa la sabiduría en cada cosa que hagas, para que tanto tu corazón como tu vida anuncien con grito de júbilo: “¡Mi Dios reina!”
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