«…para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.»
(Hebreos 2:14-15)
Si usted fuera el navegante de un barco, tendría una gran desventaja si no supiera en dónde queda el sur, ¿verdad? Si la única dirección de la cual fuera consciente es el norte, usted se desviaría muy fácilmente.
No tiene mucho sentido, pero es verdadero; muchos cristianos tratan de hacer lo mismo en el ámbito espiritual. Intentan navegar por fe sin tomar en consideración la fuerza recíproca que puede, y de hecho los llevará en la dirección contraria si no se protegen.
¿A qué fuerza recíproca me refiero? Al temor.
Quizá usted diga: “Pero yo considero que no le temo a nada”.
En realidad, eso no es lo importante; pues el temor no es un sentimiento ni una emoción, sino una fuerza espiritual. Y aunque puede y afecta sus emociones; obra en su vida, aun cuando no lo sienta.
Así como la fe es la certeza de lo que se espera (Hebreos 11:1), el temor es la substancia de las cosas que no deseamos. La fe entra al reino invisible del espíritu y trae la manifestación de las promesas de Dios. Por el contrario, el temor manifiesta las amenazas del diablo. La fe es el poder que Dios utiliza para crear; en cambio, el temor es el poder que utiliza el diablo para destruir.
En Hebreos 2:14-15, leemos que Jesús se volvió carne y sangre para destruir el poder de la muerte y librar a aquellos que han estado en la esclavitud de ésta. El temor a la muerte nos mantiene cautivos.
Sin embargo, usted debe entender que esto no necesariamente se refiere a dejar su cuerpo para ir al cielo, así como lo que les sucede a los creyentes cuando mueren físicamente. El temor a la muerte al que hace referencia Hebreos tiene un significado mucho más profundo. Incluye el temor a la enfermedad, a la escasez, al fracaso y a cualquier otra cosa que esté incluida en la “suprema ley de la muerte y del pecado”.
Por ejemplo, si usted creció en una familia pobre, es posible que pase su vida en el yugo del temor de la pobreza. Incluso puede tratar de aplicar los principios de Dios —ofrendando, confesando y realizando todos los principios de la prosperidad—; sin embargo, si tiene un temor oculto a ser pobre, no importa cuánta riqueza acumule, el diablo le robará cada vez que se dé la vuelta. Usted debe arrepentirse, y ¡ser libre!
En Efesios 6:12, se nos enseña que nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, potestades, y los gobernadores de las tinieblas de este siglo. ¿Qué utilizan los gobernadores de las tinieblas para gobernar? ¡El temor! El temor es su fuente de poder, por tanto, si tomáramos autoridad sobre el temor y quebrantáramos su poder; entonces la pobreza, la enfermedad y el fracaso nunca tendrían la oportunidad de manifestarse en nuestra vida. Usted puede tomar autoridad sobre el temor y ser libre de sus ataduras. Puede vivir en libertad. Sólo vaya ante el Señor y arrepiéntase, y utilice la autoridad que Dios le ha otorgado sobre el temor. Luego permanezca en fe con respecto a su libertad. Declare la verdad. En Salmos 118:6, David expresó: «Jehová está conmigo; no temeré…».