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Devocional: Crezcamos de Fe en Fe

El pacto de sangre del amor

Kenneth Copeland
«Y le dijo: Yo soy el SEÑOR que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra para que la poseas. Y él le dijo: Oh Señor DIOS, ¿cómo puedo saber que la poseeré? El le respondió: Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón. El le trajo todos éstos y los partió por la mitad, y puso cada mitad enfrente de la otra; mas no partió las aves… Y aconteció que cuando el sol ya se había puesto, hubo densas tinieblas, y he aquí, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre las mitades de los animales. En aquel día el SEÑOR hizo un pacto con Abram…»
(Génesis 15:7-10, 17-18, LBLA)

Cuando Dios quería que Abraham supiera cuánto Él le amaba y cuán comprometido estaba en cumplir las promesas que le había hecho; realizó un pacto de sangre. Lamentablemente, en nuestras culturas se sabe muy poco acerca de los pactos. Los hemos reemplazado con contratos impresos en papel y firmados con tinta —contratos llenos de promesas que se pueden romper—.

En los tiempos de Abraham no era así. En su cultura como en otras culturas, de la actualidad y de esa época, basadas en pactos; cuando dos personas o dos familias se unían en un pacto de sangre, era un compromiso serio e inquebrantable. Cuando el animal que se ofrecía para el pacto se partía en dos, los que iban a pactar debían caminar sobre una senda de sangre, y se hacían promesas el uno al otro.

Se juraban lealtad el uno al otro. Luego, expresaban: “Todo lo que tengo y todo lo que soy, de ahora en adelante, te pertenece a ti tanto como a mí. Pelearé en contra de cada uno de tus enemigos. Asimismo, usaré cada una de mis fortalezas para ayudarte, nunca padecerás necesidad. Ofreceré mi vida por ti de ser necesario. Además, mientras yo viva tú nunca estarás solo”.

Para sellar ese pacto, hacían cortes en sus manos y mezclaban su sangre. Se dejaban la cicatriz en la piel, a fin de que ésta se convirtiera en una marca importante que nunca se desvanecería. Y ésta se convertiría en una marca permanente de su pacto de sangre.

Eso es lo más cercano, en esta Tierra, al pacto de amor que Dios estableció con nosotros. No sólo es un contrato de papel y tinta. Es un compromiso fiel entre el Padre y Jesús, el cual fue sellado con la sangre de Jesús. Las cicatrices están en Su cuerpo resucitado —los agujeros en Sus manos y pies—, y son la marca eterna del juramento que Dios nos ha hecho a todos aquellos que estamos en Cristo, Él se ha unido a nosotros por la eternidad.

Dios nos amará para siempre con Su pacto de sangre de amor.

Acerca de:Kenneth Copeland

Kenneth Copeland

Kenneth Copeland es cofundador y presidente de los Ministerios Kenneth Copeland en Fort Worth, Texas, y autor de varios libros entre los cuales se incluyen: LA BENDICIÓN del Señor enriquece y no añade tristeza con ella, y Honor: viviendo en honestidad, verdad e integridad.
Desde 1967, Kenneth ha ministrado el evangelio de Cristo y enseñado la Palabra de Dios como maestro. Adicionalmente, ha grabado discos como cantante y recibido premios por sus álbumes: Only the Redeemed (también nominado al premio Grammy), In His Presence, He Is Jehovah, Just a Closer Walk y Big Band Gospel. Como actor en su papel de Wichita Slim, es coprotagonista de los videos infantiles: The Gunslinger, Covenant Rider, y de la película: The Treasure of Eagle Mountain. Asimismo, personificó el papel de Daniel Lyon en los videos Commander Kellie and the Superkids:™ Armor of Light, y Judgment: The Trial of Commander Kellie. También es coprotagonista en las películas The Rally (estrenada en el 2009) y The Rally 2: Rompiendo la Maldición (estrenada en el 2016), en su papel de padrino hispano.
Con la ayuda de su equipo y oficinas en los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Australia, Sudáfrica, Ucrania, Singapur, y la flamante inauguración de la oficina para Latinoamérica en Colombia, Kenneth está cumpliendo su visión de predicar con valentía la Palabra incorruptible de Dios desde la cima más alta hasta el valle más profundo, y en todos los confines de la Tierra. Su ministerio alcanza a millones de personas en el mundo por medio de programas televisivos semanales, revistas, mensajes en audio y video, convenciones y campañas, y a través de la red mundial internet.