«¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.»
(Salmos 36:7-8)
El amor y la bondad de Dios son inseparables, y en la Biblia encontramos una palabra que los une: Misericordia. Esta palabra se utiliza una y otra vez para describir la actitud y las acciones de nuestro maravilloso Padre celestial.
Hace algunos años, comencé a comprender cuánto el SEÑOR desea que conozcamos y entendamos la misericordia que Él tiene hacia nosotros. El Espíritu Santo me expreso: Quiero que prediques acerca de la bondad de Dios, y no tengas temor al reproche de la gente.
A medida que empecé a buscar lo que la Biblia enseña acerca del amor de Dios y Su bondad; descubrí que es un tema que se encuentra descrito desde el libro de Génesis hasta Apocalipsis. Me sorprendí por completo al percatarme de cuánto nos enseñan las Escrituras acerca de la bondad de Dios.
¿Por qué cree usted que en la Biblia —de principio a fin, en el Antiguo y en el Nuevo Testamento— se enfatiza muy fuertemente la verdad de la bondad de Dios, y la misericordia que tiene hacia nosotros?
Por que es el fundamento de la fe que tenemos en el SEÑOR.
Mientras más conozcamos de la bondad del amor de Dios, más creeremos en Él. Mientras más nosotros creamos en el SEÑOR, más fácil será poner nuestra vida en Sus manos. Y sólo poniendo nuestra vida en Sus manos, podremos abrir el camino para que Él nos salve, nos bendiga y obre a través de nosotros; a fin de que su maravillosa voluntad sea hecha en la Tierra, así como en el cielo.
Cuando empecé a enseñar acerca de la bondad de Dios en mis servicios de sanidad, vi más manifestaciones de milagros y sanidades que antes. Las personas vieron por medio de la PALABRA que Dios no estaba tratando de mantener alejada la sanidad de ellos. Sino que los ama y anhela que ellos estén bien, y se esfuerza para ayudar a la gente a recibir esa sanidad. Cuando comprendieron esa verdad en su corazón, se acercaron a Él en fe y, ¡recibieron sanidad!
Lo mismo puede sucedernos a nosotros. Mientras más entendamos la misericordia de Dios, más capaces seremos de rendirnos por completo a Él. Al ser libres de la idea equivocada de que Dios nos priva de las cosas buenas que necesitamos, y al estar realmente seguros de que Él anhela en Su corazón darnos lo mejor; nunca más nos alejaremos de Él. En lugar de eso, creeremos que Dios nos hará el bien. Tendremos el valor y la confianza que necesitamos para rendirle nuestra vida a Él. Y al final, estaremos listos para dar un paso hacia delante en fe, y recibir ¡todo lo que Él tiene para darnos!