«Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos. Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sión se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza; con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación.»
(Samos 149:1-4)
Hace algunos años, cuando comencé a percatarme del poder sobrenatural del gozo, realice un estudio acerca de éste. Descubrí que una de las palabras bíblicas para gozo es traducida como brillar. Otro significado es saltar y otro es deleitarse. Pero en cada caso, el gozo es más que una actitud, es una acción.
A medida que estudiaba, también descubrí en el Salmo 149 que el gozo de la alabanza le agrada al Señor.
A Dios no le ofende que le alabemos bulliciosamente. A Él le complace vernos brillar, saltar y expresar nuestro deleite en Él.
«Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos» (versículos 5-6).
Sé que según los estándares naturales, ese tipo de alabanza eufórica no se ve tan decoroso. Busqué el significado de la palabra dignidad. Ésta significaba muchas cosas, entre ellas, serenidad o amor propio. Yo no quiero ser una persona que se encuentra en quietud, sino deseo ser controlada por el Espíritu Santo. Pero estoy segura que mi idea de lo que es dignidad no me había permitido ser tan libre como debería ser con el Señor.
Sin embargo, como creyentes debemos llegar al punto en que eso no nos preocupe. Es necesario que nos enfoquemos en agradar a Dios. Deberíamos tener un deseo tan grande de agradarlo al punto que no nos importe cómo nos vean las demás personas.
“Pero hermana Gloria, es fácil para usted decirlo, usted sí se siente cómoda expresándose a Dios en alabanza”.
No siempre ha sido así. Yo era muy conservadora cuando comencé a andar con el Señor, me llevó un buen tiempo poder levantar mis manos en alabanza. No obstante, rompí con ese tipo de “dignidad”, y usted ¡también puede lograrlo!