«Vivimos por fe, no por vista.»
(2 Corintios 5:7, NAS)
Muchas personas, descubren el amor de Dios y después dejan que esa revelación se les vaya de las manos. Y dejan de confiar en ese amor, a causa de lo que sienten y ven. El domingo, están gritando y cantando acerca de cuánto Dios los ama y de cuánto suplirá sus necesidades… pero el lunes cuando el cobrador llama; lloran, se retuercen las manos por la preocupación y expresan: “¡No sé qué va pasar conmigo!”.
Si usted se encuentra encerrado en ese ciclo de creer un día en el amor de Dios, y al día siguiente dudar de ese amor, hay algo que puede hacer para destruirlo de una vez por todas. Yo lo he hecho muchas veces, cuando he necesitado hacer cambios significativos en mi vida. Tome los elementos de la Santa Cena, siéntese a la mesa con ellos y busque a través de la Palabra, escrituras que le ayuden a enfrentar ese problema. Por ejemplo, escriba una lista de todos los versículos, que en particular hablen acerca del amor.
Después vaya ante el SEÑOR, y establezca esa verdad en su corazón de una vez por todas, al declarar: Padre, me has dicho a través de Tu PALABRA que me amas. Tú has prometido nunca dejarme ni abandonarme. Me has prometido, a través de Tu PALABRA, que si Te busco primero todo lo que necesito se me añadirá. Hoy, me comprometo a creer y a confiar en Tu amor. A partir de este día, voy a vivir por fe y no por vista. Desde ahora en adelante, me rehusó a dudar de Tu amor, sin importar cómo me sienta o qué vea. Permaneceré firme creyendo, declarando y actuando con la certeza de que me amas; y con la seguridad de que me proteges y me provees en todas las áreas de la vida. En el nombre de Jesús.
Luego, tome la Santa Cena basado en ese compromiso. Impregne su mente con los elementos de la Santa Cena que representan el pacto de amor del Señor hacia usted. Permita que los elementos le recuerden que Su amor para usted, es tan grande que envió a Jesús para ser sacrificado por su vida. Permita que las marcas de Su cuerpo y Su sangre, se vuelvan un símbolo inolvidable que el amor de Dios para usted se estableció en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
La próxima vez que se encuentre en alguna situación que haga parecer que Dios no lo ama, o que no toma cuidado de usted, en lugar de andar esparciendo incredulidad por todas partes; recuerde el compromiso que hizo ante el SEÑOR. Medite en los elementos de la Santa Cena, y la manera en que el cuerpo y la sangre de Jesús testifican del amor de Dios para usted.
Al hacerlo, la fe surgirá de su interior y en lugar de permitir que la revelación del amor de Dios se le vaya de las manos, permanecerá firme en esa revelación. En lugar de regocijarse en el amor de Dios el domingo, y preocuparse el lunes, usted estará gozoso y cantará ¡todos los días de la semana!