«Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he
perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de
Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no
ignoramos sus maquinaciones»
(2 Corintios 2:10-11).
Continuamente el diablo está ideando planes y estrategias para sacar a los creyentes. De manera constante envía ofensas, circunstancias problemáticas, presiones y tentaciones diseñadas para hacernos tropezar e impedirnos terminar nuestra carrera en Dios.
Podemos defendernos contra esas estrategias, desarrollando el fruto del espíritu en nuestra vida. Si este fruto —amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza—habita en nuestro interior, siempre nos ayudará a vencer.
La mayoría de personas piensan que el fruto del espíritu es sólo para BENDECIR a los que están a nuestro alrededor. Es cierto que BENDICE a otros, sin embargo, vivir conforme al fruto del espíritu; también nos BENDICE a nosotros. El fruto del espíritu nos ayuda a combatir las fuerzas de las tinieblas que nos rodean, y a levantarnos sobre los desafíos que enfrentamos cada día de nuestra vida.
Medítelo por un momento, y con facilidad verá por qué el fruto nos ayuda. Por ejemplo, si el diablo intenta desanimarnos, el gozo eliminará ese desánimo. Cuando trate de tentarnos con la presión de lujuria y satisfacción de los deseos de la carne, la templanza nos dará la fuerza que necesitamos para triunfar. Tal y como un escritor declara:
Debido a Su amor por nosotros, el Padre añora que comencemos a cultivar cada fruto del espíritu; pues desea que seamos vencedores. Un creyente no puede ser un vencedor completamente exitoso si le hace falta uno de los frutos en su vida; ya que en esa área en particular, el diablo concentrará su ataque. Cada fruto del espíritu ayuda al creyente a enfrentar mejor las situaciones en su vida. Cada fruto del espíritu tiene la misión de obtener la victoria para usted en cada área de su vida.14
Por ejemplo, debido a que el amor no es susceptible, no se queja o es resentido ni toma en cuenta el mal que le hacen; cuando el diablo envíe a alguien para que lo lastime o lo trate mal, ese ataque no le hará ningún daño. El amor impedirá que esa ofensa lo agreda. Lo guardará de sucumbir ante la estrategia del diablo, e impedirá que usted entre en contienda y en pecado. Arruinará los planes del enemigo, y éste no tendrá opciones para dañarlo o destruirlo. ¡El amor es su mejor defensa!