«Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.»
(Hebreos 10:36)
Contrario a todo lo que pueda pensar, usted no tiene por qué esperar una gran prueba para desarrollar la paciencia. En realidad, tiene magníficas oportunidades en todas esas pequeñas, pero a la vez irritantes, situaciones que enfrenta a diario.
De hecho, desarrollar poco a poco la paciencia en los eventos cotidianos, le permitirá edificar un cimiento, a fin de que permanezca firme ante circunstancias difíciles.
En cierta ocasión, me encontraba en un supermercado, yo tenía mucha prisa; entonces decidí pagar en la caja registradora más rápida.
Sólo había un par de personas en la fila, e iban a pagar unos cuantos artículos; por eso creí que no esperaría mucho tiempo.
Sin embargo, ¡el cajero estaba trabajando muy lento! Y mientras mi frustración aumentaba, pensé: Deberían colocar un rótulo donde diga: FILA PARA TRANSACCIONES LENTAS.
Pero ¿qué era realmente esa situación? Una oportunidad para ejercitar la paciencia.
Esos momentos son importantes porque cuando ejercita la paciencia, ésta crece. Si usted la aplica en circunstancias pequeñas, se fortalecerá de tal manera que al venir situaciones mayores, la paciencia las podrá controlar. Cada fruto del Espíritu crece en usted mientras lo ejercita.
Recuerde esto la próxima vez que un pequeño enojo esté a punto de hacerle perder el control. Entonces en vez de expresar: “¡Esto ya es demasiado!”; mejor diga: “No, en el nombre de Jesús, prefiero rendirme a la fuerza de la paciencia que Dios ha depositado en mi interior, y la lentitud con que esta fila avanza la tomaré con gozo y como una oportunidad para crecer.