«Que todos alaben… al SEÑOR por ¡su bondad, su misericordia y las maravillosas obras que hace en la vida de los hijos de los hombres! Pues Él sacia el anhelo del alma y llena el alma hambrienta con su bondad. Se sentarán en oscuridad y a la sombra de la muerte… porque se rebelaron contra las palabras de Dios y rechazaron el consejo del Altísimo… Después, ellos clamaron al SEÑOR en medio de sus problemas, y Él los salvó de sus angustias. Los sacó de la oscuridad y de la sombra de la muerte, y rompió las ataduras que los oprimían. Que todos alaben… al SEÑOR por ¡Su bondad, por Su misericordia y por las maravillosas obras que hace en la vida de los hijos de los hombres!»
(Salmos 107:8-11, 13-15, AMP)
Uno de los más hermosos ejemplos referentes al amor y al perdón de Dios, lo vi hace algunos años en la vida de una joven que asistió a la Escuela de sanidad. Un accidente automovilístico la dejó paralizada de un lado de su cuerpo, y ella deseaba correr hacia Dios por ayuda. El problema era que estaba viviendo una vida de pecado y rebeldía. Antes de que la Escuela de sanidad empezara, ella ¡ya había robado algunos audios de una de nuestras mesas de ventas!
Por supuesto, ella se sentía terrible. Su corazón la estaba condenando, y no creía que Dios haría algo por alguien tan horrible como ella. Pero durante la Escuela de sanidad, leí la escritura que dice: «La oración de fe salvará al enfermo, y el SEÑOR lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados» (Santiago 5:15).
Gracias a Dios, ese día esa preciosa joven simplemente tomó la PALABRA de Dios en serio, y recibió Su perdón. También recibió su sanidad en ese mismo lugar, y en ese mismo momento.
Usted puede hacer lo mismo que esa jovencita. Si desobedece a Dios, puede regresar al mismo lugar de LA BENDICIÓN si de inmediato se arrepiente, y declara: SEÑOR, confieso que he pecado, y he hecho cosas que yo sabía que Tú no querías que hiciera. Te pido perdón, y te pido que me limpies de toda injusticia. Por fe y en Su nombre, recibo ese lavamiento de la sangre de Jesús; y mi posición correcta delante de Ti. De hoy en adelante, propongo en mi corazón obedecerte, con Tu ayuda realizaré todo lo que desees que lleve a cabo.
¿Cuántas veces puede hacer esa confesión? ¡Las que usted necesite!
Sin embargo, le explicaré lo siguiente: Mientras más reciba su perdón y permita que Él lo sostenga al momento en que usted tambalee, menos le desobedecerá. Estará tan agradecido por Su infalible amor que usted andará más firme y más cerca de Él. En lugar de pasar tiempo arrepintiéndose, lo pasará regocijándose y alabando al Señor por Su misericordia y ¡por las maravillosas obras que realiza en la vida de los hijos de los hombres!