«Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que
fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos»
(Romanos 8:29, AMP)
Como creyente, estás destinado a ser moldeado en la imagen de Jesús y a crecer en el Espíritu, hasta lucir tal como Él. El poder sobrenatural de Dios comenzó ese proceso el instante en que naciste de nuevo. Tu interior fue transformado en forma instantánea; pero manifestar esa transformación interna en tu exterior depende principalmente de ti. Crecemos espiritualmente de la misma forma que lo hacemos físicamente.
¿Qué puedes hacer para acelerar este proceso de crecimiento?
Invierte más tiempo en las cosas del Espíritu que en las cosas de la carne. Dedícate a la Palabra de Dios y pasa más tiempo en comunión con Él. Disponte a alejarte de las distracciones cotidianas y a estar a solas con Dios, para que Él pueda guiarte, enseñarte y compartir Su semejanza contigo.
¿Has notado que cuando pasas mucho tiempo con personas de carácter fuerte, serás automáticamente influenciado por ellas? Te hallarás de repente haciendo lo mismo que ellos hacen: su forma de ser te afectará. Será inevitable, especialmente si son personas que respetas y admiras.
Lo mismo sucede en tu relación con Dios. Si pasas mucho tiempo con Él, Su influencia empezará a plasmarse en tu vida. Los caminos de Dios serán tus caminos.
Entonces, ponte a Su disposición al orar en el Espíritu, alabándolo y amándolo. Invierte tiempo en Su Palabra, rodeado de personas que aman Su Palabra y la ponen en práctica.
Sin proponértelo, percibirás que algo está cambiando. Encontrarás que tu carácter se vuelve más como el de Él. Comenzarás a pensar como Él lo hace, a hablar como Él e incluso a actuar como Él. Su imagen comenzará a proyectarse, desde tu propio interior.
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