«Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, Y digan
siempre: Sea exaltado Jehová, Que ama la paz de su siervo»
(Salmos 35:27).
Jamás permita que nadie lo haga sentir mal por permanecer firme en fe y por creer que Dios lo BENDECIRÁ. Tampoco permita que las personas lo menosprecien por permanecer firme en las promesas de Dios y buscarlo, a fin de que supla comida para su mesa, dinero para su cuenta bancaria y le provea todo lo que necesite; de modo que usted pueda cumplir lo que Él lo ha llamado a realizar.
Dios no se ofenderá si usted espera esas bendiciones de parte de Él. (Quizá otras personas sí se molesten, pero Él no). Honramos a Dios cuando creemos en Su Palabra. Él se deleita en eso, pues su fe abre la puerta para que el Señor pueda derramar bendiciones sobre su vida. Debido a que Él lo ama, se deleita en prosperarlo.
Hace muchos años, decidí que quería agradar al Señor, determiné que permanecería firme creyendo que Dios me prosperaría en todas las áreas de mi vida. Y ésa es la manera en la que el Señor se deleita.
Por supuesto que el diablo me presionó e intentó disuadirme. Y también creó circunstancias y pruebas, a fin de hacerme dudar de la fidelidad y del amor de Dios. Intentó una y otra vez, hacerme claudicar y desistir.
Y lo mismo hará con usted. ¿Por qué? Porque sabe que si no logra hacerlo dudar del amor de Dios, ni evitar que crea en Sus promesas, usted terminará siendo un testimonio que inspire la fe de los demás. Las personas a su alrededor verán de qué manera obra el amor de Dios en su vida, y ¡empezarán a confiar en el SEÑOR!
Hace años, cuando descubrí en las Escrituras que Dios cuidaría de mí, no me pareció que me convertiría en una amenaza para el enemigo. Cuando comencé a creer que Dios me proveería el dinero para comprar en el supermercado y para suplir otras necesidades básicas, desconocía que mi fe afectaría más vidas, excepto la mía.
Sin embargo, años después, Kenneth y yo tuvimos la oportunidad de enseñarles a miles de personas acerca del amor y de la fidelidad de Dios. Compartimos los testimonios de lo que Dios había hecho por nosotros (y de lo que continúa haciendo).
¿Sabía usted que el diablo odia eso?
No obstante, ¿a quién le importa lo que el enemigo piensa? Es a Dios a quien nosotros queremos agradar, Él nos ama, y se deleita en prosperarnos. Entonces, permanezcamos creyendo en Su Palabra. Seamos de bendición para Él, al permitirle ser de BENDICIÓN para nosotros. Y de esa manera, ¡todos nos deleitaremos!