«A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los no judíos, y que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria»
(Colosenses 1:27)
Hace algunos años, estaba orando en nuestra pequeña casa en Tulsa, Oklahoma. Caminaba de un lado a otro, confesando 1 Juan 4:4: «…porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo». ¡Mayor es Él…! ¡Mayor es Él…! De repente, esa revelación surgió dentro de mí y supe lo siguiente: ¡Oh! ¡Dios está en mí!
Me impresionó tanto que sentí como si alguien me hubiera golpeado con un trapo mojado. Me conmocionó, y comencé a saltar por toda la casa. De pronto, dejé de ser el pobre predicador que vivía en esa casucha. ¡Ahora entendía que yo era la morada del Dios altísimo! Esa revelación cambió mi manera de pensar referente a muchas cosas. Vi mis manos, y pensé: Sus dedos están en mis dedos. Vi mis piernas. Sus piernas están en mis piernas. ¡Sus pies están en mis pies! Si camino hacia el peligro, Él camina conmigo.
Ahora, cuando oigo a la gente decir: “Hermano Copeland, mis oraciones no suben más allá del techo de mi casa”, deseo contestarles: “¿Más allá del techo? No tienen que ir más allá de tu nariz, porque Él habita en ti. El Autor de tus oraciones y de tu fe, Jesús de Nazaret, reside en ti. ¡Aleluya!”.
Algunos creen que para ser llenos del Espíritu Santo hay que recibir el bautismo de éste. Pero no es así. El Espíritu Santo entró en tu vida cuando recibiste a Jesús como tu Señor, cuando naciste de nuevo. Ser bautizado en el Espíritu Santo es otra cosa: es recibir el poder del Espíritu para ministrar (Hechos 1:8).
Es decir, que aunque hayas nacido de nuevo hace dos segundos; Jesús ya está en tu interior, vive dentro tuyo, y estará ahí para siempre. ¿Lo comprendes? Si piensas y meditas en esa verdad, podrás recibir esa revelación de la misma manera en que yo la recibí. Esa revelación empezará a llenar tu espíritu, y con el tiempo cambiará toda tu vida.
«…Ya Dios lo ha dicho: «Habitaré y andaré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (2 Corintios 6:16). Jesús está en ti. Ésa es la verdad más gloriosa de la Palabra de Dios. Deja que esa verdad cobre vida en ti hoy.
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