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LA REDENCIÓN ¿DE QUÉ SE TRATA?

julio 2020

Apreciado(a) Colaborador(a),

Hoy estoy escribiéndote mi carta número 402. Escribí la primera carta en febrero de 1986, y ahora atravesamos el mes de julio de 2020. ¡Ha sido un gran privilegio escribirte cada una de estas cartas!

A todos aquellos que han estado junto a nosotros todos –o casi todos– esos años, me gustaría que se comunicaran con nosotros. Y si has sido miembro de este equipo del Espíritu Santo por menos tiempo, eres para Gloria y para mí igual de especial, aún si te convertiste en nuestro colaborador el día de ayer. Juntos somos un equipo de creyentes que gana almas y predica la PALABRA, haciendo nuestro mejor esfuerzo para ser como Jesús en Mateo 9:35:
35 Jesús recorría todas las ciudades y las aldeas, y enseñaba en las sinagogas de ellos, predicaba el evangelio del reino y sanaba toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

¡Esos somos nosotros! Enseñamos, predicamos y sanamos a través del mensaje: “TENGAN FE EN DIOS”.
¿De qué se trata la redención? ¿De qué ha sido redimido el creyente? ¿Del pecado? Bueno, básicamente eso es cierto. Sin embargo, esa no es la respuesta completa. ¿Hacia qué hemos sido redimidos? Nadie es redimido simplemente de algo.
Veamos Gálatas 3:13:
13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, y por nosotros se hizo maldición (porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»).

Hemos sido redimidos de la maldición de la Ley. Ahora el versículo 14 nos dice hacia qué hemos sido redimidos: ¡LA BENDICIÓN DE ABRAHAM! La palabra griega traducida como redimió en el versículo 13 significa “pago de un precio para recuperar algo del poder de un tercero; rescatar, o compra total.”

Míralo de esta manera: el hijo único de una persona ha sido secuestrado. El secuestrador es un asesino en serie. Ha exigido un precio tan alto que no se puede pagar. ¿Y si ese fuera tu hijo o el mío? Simplemente no hay duda al respecto. ¡Mi hijo va a morir! Entonces sucede algo maravilloso y casi increíble. Recuerda: no estoy tratando solo con un secuestrador; lo único que logrará satisfacer a este maniático será matar a un hijo, sea de quien fuere. Me contacta alguien que me dice: “Recuperaré a tu hijo. Mi hijo se ha ofrecido como rescate a cambio del tuyo. Morirá en lugar de tu hijo.”

Por supuesto, ningún ser humano natural haría algo por el estilo, ¡pero Jesús lo hizo! Él nació en este mundo como un ser humano.
Miremos Filipenses 2:7-8, Biblia Amplificada, Edición Clásica:
7 Pero se despojó [de todos los privilegios y la dignidad legítima], para asumir la apariencia de un siervo (esclavo), en el sentido de que se hizo como los hombres y nació un ser humano.
8 Y después de haber aparecido en forma humana, se humilló y se degradó [aún más] y llevó su obediencia al extremo de la muerte, ¡incluso la muerte de la cruz!

¡Eso es asombroso! Ahora mira 1 Timoteo 2:5-6, también en la misma versión (AMPC):
5 Porque [sólo hay] un Dios, y [sólo] un Mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús.
6 Quien se entregó a Sí mismo en rescate por todos [las personas, un hecho que fue atestiguado] en el momento correcto y apropiado.

Jesús tomó nuestro lugar. ¡Teníamos que morir! ¡Teníamos que ir al infierno! Pero el amor hizo eso por ti y por mí. ¡El amor hizo eso por todo el mundo!
El SEÑOR me guio a escribir todo eso, para poder decirte esto: uno de los mayores obstáculos para recibir de parte de Dios es la sensación de indignidad . ¿Qué significa eso? La indignidad significa “sin merecimiento”. Bueno, eso es absolutamente cierto. No merecemos ser sanados. Ciertamente no merecemos ir al cielo. ¡Pero alguien tomó nuestro lugar! Ahora tenemos la dignidad de Jesús. El asesino no pudo mantenerlo en el infierno. Él llevó mis pecados. Él llevó tus pecados.
Veamos Isaías 53:4-5, AMPC:
4 Seguramente Él ha soportado nuestras penas (enfermedades, debilidades y angustias) y ha llevado nuestras penas y dolores [por el castigo], sin embargo, [ignorantemente] lo consideramos golpeado, herido y afligido por Dios [como si tuviera lepra].
5 Sin embargo, fue herido por nuestras transgresiones, fue herido por nuestra culpa e iniquidades; el castigo [necesario para obtener] paz y bienestar para nosotros fue sobre Él, y con los azotes [que lo hirieron] fuimos sanados y hechos plenos.

Ahí lo tienes. No éramos dignos, pero Él lo hizo de todos modos. Cuando lo aceptamos, recibimos el paquete completo. Terminaré con una de las escrituras que encuentras al pie de todas mis cartas.

Efesios 3:14-20 dice:
14 Por eso yo me arrodillo delante del Padre de nuestro Señor Jesucristo,
15 de quien recibe su nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
16 para que por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, los fortalezca interiormente con poder;
17 para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor,
18 sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo;
19 en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios.
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer que todas las cosas excedan a lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.

Hemos sido nombrados en honor a nuestro Padre. ¡Somos miembros de la Familia! Jesús, nuestro hermano mayor, lo hizo posible. Lee nuevamente esos siete versículos, muy cautelosamente. Pasa tiempo meditando en ellos. Recuerda: eres un coheredero con Jesús. Lo que Él compró es tan tuyo como mío. En el versículo 16,
leemos que todo esto se nos otorga según Sus riquezas en gloria . En el versículo 17 está la llave que abre la puerta: la fe , además de estar enraizado y arraigado en el Amor . Y no solo enraizado, sino arraigado en el Amor. La palabra traducida arraigado significa “sentar las bases”. El Amor de Dios debe ser la base sólida de la fe para que el versículo 20 se cumpla: “¡Según el poder que obra en nosotros!”
Como colaboradores, ese es nuestro trabajo. Hay tantas personas maravillosas que están sufriendo y buscando la respuesta a todas las circunstancias que nos rodean. ¡Su nombre es Jesús! Lo sabemos. Sin embargo, alguien necesita conectar los puntos de la fe, la esperanza y el amor . Tú y yo hemos sido llamados a esa misión. Sembrar tu semilla de BENDICIÓN impulsa con viento nuestras velas y llena de combustible nuestros tanques para que podamos hacerlo.
¡GRACIAS! No lo olvides: oramos por ti todos los días. ¡Jesus es el Señor!
Con Amor,

P.D. ¡SIÉMBRALA DE NUEVO! Sé una bendición. Regálale esta carta a un familiar o a un amigo.