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¡CUATRO PASOS PARA UNA VICTORIA ABSOLUTA!

agosto 2017

Apreciado(a) Colaborador(a),

¿Tomaste hoy tu medicina? Estoy hablando de tu prescripción celestial, la que encuentras en Proverbios 4:20-22 (NTV). Leamos:

20 Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras. 

21 No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón,

22 pues traen vida a quienes las encuentran y dan salud a todo el cuerpo.

En el versículo 22, la palabra hebrea traducida como “salud” también significa medicina o cura. El Salmo 107:20 dice: «Con el poder de su PALABRA los sanó». Sin embargo, como cualquier otra medicina, no te hará ningún bien si no la tomas. Así que leamos las instrucciones y sigámoslas paso a paso. Seguir estas instrucciones al pie de la letra garantizará sus resultados. ¡Además, si duplicas o triplicas la dosis recomendada, los efectos secundarios serán maravillosos!

Paso número Uno: “Presta atención a lo que te digo”

Aquello que “te dice” no son las palabras de cualquier persona. Son las palabras del Dios Todopoderoso, creador de toda carne. Su PALABRA es a tu espíritu lo que la comida es a tu carne: vida. Así como tu cuerpo no puede estar físicamente saludable sin comida física, tampoco tu fe podrá ser fuerte y saludable sin comida espiritual.

“Hermano Copeland, ven conmigo”.

“No puedo. Tengo una cita. Quizás te vea más tarde”.

¿Qué acabo de hacer y decir? Tomé una decisión basada en un compromiso previo. Tengo algo más que debo hacer. La PALABRA de Dios es lo más importante que existe y ¡punto! Es la vida misma. Jesús dijo: «Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63). Él también dijo: «Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá» (Juan 15:7). Alimentarse de las promesas de sanidad y las verdades de Dios edificará tu fe, no solo para recibir sanidad, sino para mantenerte saludable.

Paso número Dos: “Escucha atentamente mis palabras”

Romanos 10:17 dice:

17 Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la PALABRA de Dios.

Por eso, es de suma importancia ir a la PALABRA primero. Descubre lo que tu Padre celestial tiene que decir al respecto. La palabra “atentamente” en Proverbios 4:20 es traducida en otras versiones como “inclina” y significa “reclinarse en una dirección”.

“Sí, ya sé lo que la Biblia dice, pero…”

¡Lo he escuchado muchas veces! Recuerdo un día que le pregunté a un hombre en la fila de sanidad: “¿Sabes que la Biblia dice en 1 Pedro 2:24, que por Sus llagas has sido sanado?” Él me respondió afirmativamente. Le pregunté: “¿Estás sano?”

Él me dijo: “No, tengo este problema.”, señalándome un costado de su cuerpo.

Le dije: “La Biblia dice que estás sano.”

Una vez más me respondió: “Sé que lo dice, pero no lo estoy.”

A continuación, respondí guiado por el Espíritu Santo: “Si me pongo de acuerdo contigo, seguirás enfermo. Si tú te pones de acuerdo conmigo en lo que Dios dice al respecto, recibirás tu sanidad”.

¡Finalmente logró verlo! Su rostro se iluminó. Me dijo: “Imponme tus manos y seré sanado”, ¡y así fue! Él “inclinó” sus oídos en otra dirección. Aprendí hace muchos años a no preguntarle a mi cuerpo si está sano (me diría que no). Si le preguntara a la gente si está sana, también me dirían que no. Así que inclino mi oído a lo que la Biblia, la PALABRA de Dios dice al respecto. ¡La respuesta será siempre afirmativa!

Paso número Tres: “No las pierdas de vista”

Los ojos y los oídos trabajan unidos como un equipo. Si enfocas tus ojos en algo por el tiempo suficiente, eventualmente irás en esa dirección. Mírate con lo que La PALABRA dice que ya tienes, en lugar de verte sin eso. Comienza a verte bien. Mírate libre de deudas, con todo lo suficiente y en abundancia para toda obra buena. Medita en Sus palabras al declararlas mientras enfocas tus ojos en ellas. ¡LA FE VENDRÁ!

Paso número Cuatro: “Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón”

Tu corazón (o tu espíritu) es tu verdadero yo. Eres un ser espiritual. Tienes un alma, compuesta de tu voluntad, tu mente y tus emociones. Vives en un cuerpo físico. Tu espíritu, o el verdadero tú, pueden vivir sin tu cuerpo. Sin embargo, tu cuerpo no puede vivir sin ti, tu hombre espiritual. Tu hombre espiritual es la fuente de las fuerzas espirituales necesarias para vivir en este planeta.

Mira Proverbios 4:23 (RVC):

23 Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él emana la vida.

La expresión “emana la vida” en el hebreo original puede ser traducida como “escapar de la muerte”. Veamos el mismo versículo en la Nueva traducción Viviente: 

23 Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.

Tu corazón determina el curso de tu vida. No se me ocurre cómo decirlo de una forma más obvia.

Ahora recuerda lo que Jesús dijo en Marcos 11:22-25:

22 Jesús les dijo: «Tengan fe en Dios. 

23 Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.

24 Por tanto, les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá. 

25 Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas.

¡Así es como funciona! Tratar de vivir de cualquier otra manera está muy por debajo de lo que Jesús puso a nuestra disposición.

Mientras siembras tu semilla de BENDICIÓN, nómbrala. Encuentra promesas en las escrituras que hablen de tu situación y tómalas como la respuesta a tus oraciones. Después, tómalas diariamente como medicina. No mires nada más. Tampoco digas nada distinto. Proverbios 4:24 te manda a alejarte de la boca desobediente. Tu victoria está en tu boca. Sin embargo, también en ella encontrarás tu derrota. No dependerá de Jesús. Él ya ha hecho Su parte y se mantiene listo como tu Sumo Sacerdote para respaldar Sus palabras en tu boca. Esta es la victoria que vence al mundo, ¡NUESTRA FE! Pon la PALABRA en tus oídos, ojos, corazón y en tu boca. La victoria te pertenece. ¡VE POR ELLA! Estamos creyendo contigo y respaldándote con nuestra fe todos los días. 

Tenemos un trabajo muy grande para hacer—es tan grande que no podemos hacerlo los unos sin los otros. Sin embargo, juntos ¡LO HAREMOS!

Gloria y yo te amamos profundamente.

Con amor,

 

 

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