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septiembre 8, 2014

Viviendo una vida multidimensional (por Keith Moore)

¿Algunas vez has considerado el hecho de que eres un ser multidimensional? Con esto, me refiero a que estás compuesto por un ser interior y un ser exterior. Todos lo estamos. Hemos sido llamados a ocupar dimensiones espirituales y físicas al mismo tiempo. Tristemente, la mayoría de personas viven sólo en una de esas dimensiones —la física—. Ignoran por completo o pasan por alto lo que está justo delante de ellos.

Considera lo siguiente: Si tú y yo nos encontráramos en la misma habitación, pero yo cerrara mis ojos y te diera la espalda, ¿podría verte? No, no podría. Para verte, necesitaría abrir mis ojos y mirar en tu misma dirección. Necesitaría enfocarme y voltearme hacia ti.

De la misma forma, puedes estar en una habitación con el Señor justo a tu lado, y jamás ver, escuchar o reconocer la realidad espiritual de que Él está allí.

Debemos aprender a vivir enfocados en el Señor y en lo que Él está haciendo —para vivir  multidimensionalmente, con un ojo en lo físico y con uno en lo espiritual—.

Enfócate en tu bendición

En Mateo 13:9, Jesús declaró: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Esa frase se encuentra varias veces en las Escrituras, pero ¿qué significa? Los versículos del 12 al 17 nos lo explican:

«Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que en ellos se cumple la profecía de Isaías, que dijo: “Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán; y verán con sus ojos, pero no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido; con dificultad oyen con los oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que con sus ojos vean, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan Y se vuelvan a mí, Y yo los sane”. Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven; y los oídos de ustedes, porque oyen. Porque de cierto les digo, que muchos profetas y hombres justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».

«El que tenga oídos para oír, que oiga». Encontramos diferentes versiones de este versículo en el Antiguo Testamento: en Deuteronomio 29:4; Isaías 6:10 y 32:3; y Ezequiel 12:2. Y en el Nuevo Testamento: en Marcos 4:9; Lucas 8:10; Hechos 28:27; y Romanos 11:8.

El Señor es claro al decirnos que podemos abrir y cerrar nuestros oídos y ojos espirituales, así como podemos abrir y cerrar nuestros ojos y oídos físicos. La decisión es nuestra. Somos seres multidimensionales capaces de obrar en el reino físico y espiritual de manera simultánea.

Enfócate en lo espiritual

En una ocasión, el hermano Kenneth Hagin compartió que cuando era un ministro joven vivía en una casa pequeña, y no tenía un lugar específico para su oficina. Con hijos pequeños en casa, tenía una vida hogareña activa. Él tuvo que aprender cómo encontrar una esquina en sí mismo y enfocarse en la Palabra, a pesar del ruido ambiente y de la actividad. En otras palabras, tuvo que desarrollar su concentración espiritual.

Eso no es lo mismo que enseñan otros cultos religiosos. Nos dirán que vaciemos nuestra mente y que flotemos en la inexistencia cósmica. Este consejo no es otra cosa que el mismo diablo hablando. Dios nunca nos dijo que nos abstrajéramos de nuestra mente. Al contrario, nos dijo que enfoquemos nuestra mente en cosas buenas y específicas, porque cuando lo hacemos, abrimos nuestro espíritu y nos conectamos con ellas.

De la misma manera, nuestro espíritu se puede contaminar al pensar y meditar en las cosas incorrectas. 2 Corintios 7:1 nos recuerda que debemos limpiarnos de toda suciedad de la carne y del espíritu. Cuando cedemos ante la autocompasión, la depresión, la angustia, la envidia y la ofensa, nos contaminamos con cosas espirituales oscuras.

La gente habla de las cosas espirituales como si fueran algo imaginario; sin embargo, el Universo tiene más de una dimensión. Los ángeles, los demonios, el diablo, los milagros y las señales y maravillas son reales.

En Romanos 8, Pablo escribió:

“Pero aquellos que viven conforme a la carne y son controlados por su profano deseo, fijan su mente y persiguen las cosas que satisfacen la carne. No obstante, aquellos que viven conforme al Espíritu y son controlados por los deseos del Espíritu, fijan su mente en buscar lo que agrada al Espíritu [Santo]. Así que los que lleven la vida de la carne [atendiendo los apetitos y los impulsos de su naturaleza carnal] no pueden agradar a Dios o ser aceptos delante de Él. Sin embargo, tú no vives la vida de la carne, sino la vida del Espíritu, cuando permites que el Espíritu [Santo] de Dios [en realidad] habite en ti [te dirija y tenga el control]. Pero si alguno no tiene el Espíritu [Santo] de Cristo, no es de Él [no pertenece a Cristo, y no es realmente un hijo de Dios]”. (Versículos 5, 8-9, AMP).

Pablo no está hablando de vivir en un cuerpo físico cuando escribió que aquellos que vivían “en la carne” no pueden agradar a Dios. Pues si se hubiera referido a eso, entonces nadie que tenga un cuerpo físico podría agradar a Dios. No, él dijo que aquellos que viven en la carne y actúan en la carne han fijado su mente —su enfoque— sólo en lo físico. Y la Palabra es clara al enseñarnos que, vivir de esa manera no complace al Padre.

Enfoque simultáneo

En todas las epístolas, aprendemos a vivir y a andar en el espíritu. 1 Corintios 14:13-16 dice:

«Por lo tanto, el que hable en una lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. Porque, si yo oro en una lengua extraña, es mi espíritu el que ora, pero mi entendimiento no se beneficia. Entonces, ¿qué debo hacer? Pues orar con el espíritu, pero también con el entendimiento; cantar con el espíritu, pero también con el entendimiento. Porque si tú alabas a Dios sólo con el espíritu, ¿qué hará el que solamente está escuchando? ¿Cómo dirá «Amén» a tu acción de gracias, si no sabe lo que has dicho?».

Nuestro enfoque determina lo que vemos. Nuestra mente todo el tiempo está en contacto con el ámbito físico y espiritual de manera simultánea. Podemos ver hacia fuera y hacia adentro. Podemos escuchar lo que sucede en el exterior y lo que sucede en el interior. Podemos tocar el exterior y tocar el interior; nuestros sentidos operan en las dos direcciones.

Por supuesto, el diablo trata de mantener a todos en tinieblas, ignorantes de la dimensión espiritual. Su objetivo es que estemos ciegos, sordos y mudos viviendo únicamente en el ámbito físico. Y si sólo nos enfocamos en la dimensión física, entonces sólo estaremos conectándonos con la muerte. Estaremos confiando en el sistema del mundo, el cual siempre nos lleva hacia la muerte, y al hacerlo defraudaremos todo lo que Jesús proveyó para nosotros a través de Su muerte y Su resurrección.

Tú y yo no sólo somos seres físicos; hemos nacido de Dios. Nos convertimos en nuevas criaturas. Las cosas viejas han pasado. No existe muerte en nuestro espíritu. Fuimos hechos a la imagen y semejanza del Todopoderoso. Somos seres brillantes y resplandecientes de luz y verdad, y no debemos esperar hasta morir para tocar el reino espiritual.

Enfócate en lo que no ves

¿Cómo podemos ver lo que no se ve? Necesitamos abrir nuestros ojos y oídos espirituales, y ver lo que no se ve. Debemos alimentarnos con la Palabra e invertir tiempo en oración, a fin de que nos conectemos con el ámbito espiritual que se encuentra frente a nosotros. En Lucas 11:33-34, leemos: “Ninguno que haya encendido una lámpara la pone en el sótano o debajo de una canasta, sino la coloca en alto para que aquellos que entran ocasionalmente puedan ver la luz. La lámpara del cuerpo son los ojos.” (Traducción libre de la versión Wuest’s New Testament Expanded Translation).

Jesús está hablando de nuestro espíritu. Nuestro espíritu tiene contacto con la vida o la muerte, dependiendo de nuestro enfoque. Así como nuestros cinco sentidos reciben información de nuestro entorno, nuestro espíritu también recibe esa información. Nuestros espíritus asimilan todo lo que nos rodea —ya sea bueno o malo—.

Por tanto, déjame preguntarte: ¿Le has prestado atención a tu espíritu? ¿Lo has escuchado? ¿Has estado viviendo multidimensionalmente —enfocado en ambas dimensiones, la física y la espiritual, al mismo tiempo?

Enfocarte en el reino espiritual debería ser parte natural de la vida cristiana. No necesitas ser un profeta para vivir de forma multidimensional. Sólo necesitas ejecutar tu habilidad de abrir tus ojos y tus oídos para ver lo que no se ve.

En Santiago 4:2, se nos enseña que no tenemos porque no pedimos. Y muchas cosas se encuentran a nuestra disposición si tan sólo las pedimos, las vemos y las escuchamos. Sólo cierra tus ojos naturales, enfócate en el Señor y permanece enfocado. Declara: ¡Puedo ver! Mis ojos son bendecidos. ¡Puedo oír! Mis oídos son bendecidos. Estoy enfocado y viviendo multidimensionalmente, preparado para ver y oír lo que el Espíritu Santo está diciendo ¡Amén!

Keith Moore es el fundador y presidente de Moore Life Ministries y de Faith Life Church en Branson, Missouri, y Sarasota, Florida. Para obtener más información o materiales del ministerio escribe a Moore Life Ministries, P.O. Box 1010, Branson, MO  65615; llama al 1-417-334-9233; o visita moorelife.org.

Texto extraído de: Revista LVVC – Edición agosto 2014, página 22