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diciembre 29, 2014

Un plan Celestial – por Terri Copeland Pearsons

Soy una mujer a la que podríamos llamar tradicional. También me gusta lo moderno, pero cuando se trata de Navidad, prefiero las cosas “pasadas de moda”, sin demasiada innovación. Nunca me canso de escuchar los mismos villancicos que han sonado desde que era una niña, como por ejemplo: “Noche de Paz”, el cual habla de la Navidad como ningún otro.
¿A quién no le gusta pensar en un niño recién nacido durmiendo pacíficamente?
Sin embargo, hay algo que está mal en esa dulce canción de cuna. La imagen descrita en “Noche de Paz” borra por completo el curso entero de los eventos que dieron lugar a la imagen del pesebre, y muy seguramente nos perderíamos la intención y la fe atrevida que la precedieron. Veamos algunos versículos en Lucas y considerémoslos de una manera más realista.

Justo y sin falta
Primero viene Elizabeth, quien quedó embarazada siendo mayor, después de que la palabra del Señor vino a su esposo Zacarías a través de un ángel. Lucas 1:24 nos dice que ella se escondió hasta que María fue a visitarla. ¿Por qué? Considera su forma de pensar. Elizabeth probablemente creía como muchas de las personas religiosas de su época que la esterilidad era un castigo por fallar en el cumplimiento de la Ley. Es verdad que había una maldición esperando por aquellos que fallaban en mantenerse bajo la sombrilla de la bendición, pero el versículo 6 nos dice que ella era justa y caminaba sin falta en todos los mandamientos. También considera que solamente hasta hace algunos años, el embarazo para una persona que está en sus 50 se ha convertido en algo aceptable, especialmente si el embarazo es resultado de alguna intervención médica (o aún algo sobrenatural). La condenación de parte de otras personas puede transmitirnos vergüenza, aun si nosotros quisiéramos alegrarnos.
Sin importar si Elizabeth se sentía culpable, o si otras personas le habían impuesto la culpa, la vergüenza era su constante compañera. Pero, ¿acaso el embarazo no arregla ese problema? Únicamente si el embarazo no falla. ¡Eso hubiera sido una vergüenza doble! Así que el miedo la hizo recluirse. Pero ese no es el final de su historia.
María, su prima, enfrentaba una situación similar.
Primero, ella recibe la visita de un ángel. Quizás pienses que eso es algo positivo, pero no siempre lo es. Cuando era niña tuve una visión, y a pesar de que siempre fui cuidadosa de con quien la compartía, ésta me causó algunos problemas —aún años más adelante—. María podría haber discutido con el ángel como Zacarías, pero en su lugar aceptó muy segura y rápidamente la voluntad del Señor. ¡Qué fe tenía para creer que podría quedar embarazada antes de estar con un hombre! Sólo pasaría un tiempo muy corto antes de que todos pudieran ver que ella tendría un hijo. Y es en ese momento cuando la verdadera presión llegó. No solamente era un problema de pasar insinuaciones y desgracias, sino que podría ser forzada al exilio —o peor aún, a la muerte— si era declarada culpable de haber sido infiel sexualmente a José. Sin importar el escenario, ella y su bebé serían “rechazados entre los hombres”. La aceptación de María al decreto del ángel fue un paso de fe que alteró su vida y que requirió de una firmeza inamovible durante toda su vida, hasta la resurrección de Jesús.
Al contrario que Elizabeth, María no se escondió, sino que fue rápidamente a ver a su prima cuando el ángel le dijo que ella también estaba embarazada. La fe de ambas se conectó cuando ella arribó ante la presencia de Elizabeth. Inmediatamente él bebé saltó en el vientre de Elizabeth, fue ungida por el Espíritu y empezó a profetizar —un hecho de por sí raro durante la época en la que vivían, especialmente para una mujer—. Gracias al Espíritu Santo, ella quitó cualquier vergüenza que podía estar en ella o en María, y proclamó que la bendición del Señor estaba obrando. Y ese mover del Espíritu sobre Elizabeth encendió una llama en María, y ella también profetizó, revelándole a ambas y a las futuras generaciones, el propósito del plan de salvación de Dios. La Palabra de Dios que fluyó a través de María confirmó la mano de Dios en todo lo que estaban atravesando.

Construyendo un camino para la provisión de Dios
¿Y qué acerca de José? La Biblia dice que él era justo, un hombre recto, y claramente de corazón tierno. Pero debido a esa rectitud, no podía casarse con María, ya que hacerlo iría en contra de todo lo que él creía que era verdad. Sin embargo, a través de un sueño, recibió dirección para casarse con ella. José inmediatamente reconoció a Dios como la fuente de su sueño. Su fe fue inamovible; respondió rápida y decisivamente a cada orden divina que vino a través de este y otro sueños, sin importar lo que sentía, o cual podía ser el costo financiero.
Más adelante se le pidió que llevara a su familia a Egipto. Imagínatelo abandonando su zona de protección para ir a un país extraño, el cual gozaba de una historia no muy placentera para los judíos, y sin garantías de lo que enfrentaría más adelante. ¿Y qué acerca de la amenaza contra el niño? ¿Quién podría tener una razón para lastimar ese pequeño niño? Pero como Dios dijo: “ve”, José puso toda su confianza en Dios, y creyendo, obedeció exactamente Su dirección.
La voluntad de Dios se cumple cuando alguien cree por su cumplimiento, confiando con todo su corazón y apoyándose “no en su propio entendimiento” (Proverbios 3:5). Creo que esa fe tan fuerte de José fue la que construyó un camino para la provisión de Dios. El viaje a Belén fue seguro. Cuando parecía que no había lugar para ellos, encontraron un lugar. Cuando los reyes magos vinieron con sus tesoros abundantes, estos financiaron no sólo la huida a Egipto, sino que también les proveyó hasta su regreso a Israel. ¡Qué hombre de fe! Qué ejemplo tan maravilloso tenemos para seguir.
¿Y qué me dices acerca de la fe de Simeón? Él es uno de mis favoritos. ¡Estaba finamente en sintonía con el Señor! Sabía que la venida del Señor Jesucristo (el Ungido) era tan inminente que creía que lo vería antes de su propia muerte. En el momento preciso en el que María y José trajeron a Jesús al templo para la circuncisión, Simeón estaba allí para tomar al bebé y declarar de modo que todos escucharan exactamente a quien estaba teniendo en sus brazos. Unos instantes más adelante, Ana, una profeta anciana que había pasado más de 80 años orando diariamente en el Templo, le estaba contando a todos acerca de Jesús. ¡La Palabra profética de Simeón se propagó rápidamente! Simeón y Ana tuvieron fe para esperar. Tuvieron fe para ver y reconocer al Señor cuando vino.
La Biblia documenta con claridad acerca de gente de mucha fe que se conectó con el plan de Dios para la primera venida del Señor. Durante esta temporada de Navidad, determina seguir sus ejemplos y transfórmate en una persona segura y de gran fe. ¡Conéctate con el plan celestial, para la segunda venida del Señor!