4 Fundamentos para construir tu confianza cuando estás en una lucha contra la enfermedad
Dios está COMPLETAMENTE comprometido cuando se trata de tu sanidad. Él ha hecho todo lo posible para convertirte en un arma, para que detengas las obras de Satanás (Efesios 6:10-18).
Sin embargo, como en cualquier pelea, la victoria solo llega cuando tienes las armas, las estrategias correctas, y la confianza para usarlas. Es por eso que, cuando estás en una lucha contra cualquier tipo de enfermedad o dolencia, es tan vital desarrollar tu confianza espiritual como es cuidar de tu sistema inmunológico.
Aquí hay cuatro fundamentos para construir confianza que te ayudarán a profundizar, mantenerte firme y permanecer en el camino hacia la cima cada vez que tenga que enfrentarse al enemigo cuando se trata de tu salud o la de otra persona. ¡La sanidad funcionará para ti!
Fundamento No. 1: Jesús el Victorioso Sanador
“ Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también. Y mientras oraba, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo»” Ahora bien, Jesús mismo tenía como treinta años cuando comenzó su ministerio. –(Lucas 3:21-23, NVI)
Si hiciste una lectura rápida de los libros de la Biblia escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan, o una encuesta aleatoria de la corriente principal de los cristianos hoy en día, el tema principal que probablemente se destacaría en el ministerio de Jesús es el hecho de que Él era un sanador, porque sanar a la gente era algo que Jesús hacía frecuentemente.
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“La gente le traía a todos los que estaban enfermos… y él los sanaba”. –(Mateo 4:24, NVI)
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“Con una palabra…[él] sanó a todos los enfermos”. – (Mateo 8:16, NVI)
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“Lo siguió una gran multitud, y sanó a todos los que estaban enfermos”. –(Mateo 12:15, NVI)
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“Dondequiera que iba…. todos los que tocaban [su manto] fueron sanados”. –(Marcos 6:56, NVI)
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“La gente traía a Jesús a todos los que tenían diversas enfermedades, y… él los sanaba”. –(Lucas 4:40, NVI)
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“Se difundió la noticia de él… de modo que acudían multitudes para oírle y para ser sanados de sus enfermedades”. –(Lucas 5:15, NVI)
Jesús era conocido por sanar. La sanidad fue gran parte de Su ministerio hace más de 2000 años, y es una gran parte de Su ministerio hoy.
A menudo se ha pensado, y enseñado, que Jesús se centró tanto en la sanidad porque necesitaba demostrar su divinidad (¡como si tuviera que ganarse el derecho de sentarse en el trono de Dios!). Pero eso no es cierto.
Además, Jesús nunca discutió abiertamente que Él era Dios hecho carne. Él solo habló y ministró a las personas desde Su identidad como el Hijo del Hombre (uno de nosotros), que es como típicamente se refería a Sí mismo. De hecho, eche un vistazo más de cerca a los Evangelios y encontrará que Jesús nunca se atribuyó el mérito de ninguna de las señales y prodigios sobrenaturales realizados durante Su ministerio.z
No mucho después de ser bautizado (Lucas 3), Jesús llegó a Su ciudad natal y anunció: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para traer la buenas nuevas…” (Lucas 4:18-19).
A partir de ese momento, Jesús atribuyó todas las señales, prodigios y milagros a su Padre: “Las palabras que yo les comunico, no las hablo como cosa mía, sino que es el Padre, que está en mí, el que realiza sus obras”, solía decir (Juan 14:10).
Jesús nunca sanó a nadie; el Espíritu Santo obrando a través de Él lo hizo. No fue el ministerio de Jesús, era el del Espíritu Santo, lo cual era una distinción crítica debido a lo que sucedería, estaba a punto de ocurrir un traspaso importante, uno que impactaría nuestras vidas 2000 años después. Fue una transferencia que no dejaría ninguna duda en nuestras mentes sobre la “Sanidad” y nuestro papel en ella.
Fundamento n.º 2: La Sanidad Funcionó para los 12
“Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia…. »Cuando vayan, anuncien este mensaje: “Ya está por llegar el reino de Dios”. »Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente. ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada! – (Mateo 10:1, 7-8, TLA)
Como nuestro campeón sanador, Jesús no perdió tiempo en demostrar a sus discípulos el amor y la compasión de Dios a través del ministerio de sanidad. Luego los envío para que fueran y hicieran lo mismo: “¡libremente!”
Empoderados con autoridad, un mensaje simple y con mucho poder, salieron los doce, según el relato de Lucas, el plan de Dios salió como se esperaba… “Partiendo los apóstoles, iban por las aldeas con la maravillosa noticia del reino de Dios, y sanaban enfermedades por donde pasaban” (Lucas 9:6, TPT).
Donde había solo una persona a través de la cual Dios podía “hacer Sus obras” (Jesús), ahora habían 12. Sin embargo, lo más importante es que Dios había establecido un precedente, un patrón, una nueva forma de construir y avanzar Su reino. Encontramos el modelo establecido en Mateo 9:35 (NVI), justo antes de que Jesús delegara a sus discípulos:
“Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando las buenas nuevas del reino y sanando toda enfermedad y dolencia”.
Enseñar, proclamar, sanar. (Palabra clave: Sanidad).
Dios envió a Jesús al mundo para redimir Su relación con la humanidad y destruir las obras de Satanás (1 Juan 3:8). Y una de las principales estrategias de Dios para poner fin a las obras del diablo fue la sanidad…
“Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, el cual anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38, NVI). Con una estrategia de trabajo establecida y un patrón fácil de seguir que había sido bien probado, era hora de que Jesús ejecutara el plan con sus 12 discípulos originales, y funcionó. Pero ese era sólo el inicio.
Porque justo antes de que Jesús enviara a sus futuros 12 apóstoles (o 11 ya que Judas nunca se convirtió en apóstol), les encargó esto: “«La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —les dijo a sus discípulos—. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo»” (Mateo 9:37-38, NVI).
Fundamento n.° 3: La Sanidad Funcionó para los 72
“Después de esto, el Señor escogió a otros setenta y dos[a] para enviarlos de dos en dos delante de él a todo pueblo y lugar adonde él pensaba ir «Es abundante la cosecha —les dijo—, pero son pocos los obreros. Pídanle, por tanto, al Señor de la cosecha que mande obreros a su campo…Sanen a los enfermos que encuentren allí y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes”…»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió»” – (Lucas 10:1-2, 9, 16 NVI)
Aparentemente, los 12 discípulos tomaron en serio la petición de oración de Jesús de “traer trabajadores” y la siguieron. Porque no mucho después de que regresaron de su misión, Jesús pudo comisionar y enviar otros 72.
¿Y cómo les fue?, Lucas 10:17 nos dice: “Cuando regresaron los setenta y dos discípulos, le dijeron con alegría: ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre!”.
El plan de Dios ahora se había vuelto viral. El patrón establecido por Jesús funcionó para los 12, y ahora para los 72. Sin embargo, una gran diferencia fue que el plan y el patrón se habían desarrollado en una persona: 72 “personas”, para ser exactos.
Jesús les había dicho: “Cualquiera que os acepte [o rechace] a vosotros también me está aceptando [o rechazando] a Mí”. Eso significaba que no habría distinción entre Jesús y los 12 o los 72. El mismo Espíritu Santo operaría efectivamente a través de todos ellos, la misma unción para enseñar, predicar y sanar, produciendo los mismos resultados.
Una vez más, el plan funcionó y los resultados fueron exponenciales, pero pronto llegaría la verdadera prueba. Sin embargo, antes de eso, Jesús tuvo que desafiar a sus discípulos a alcanzar un nivel aún más alto: “El que cree en mí, hará las mismas obras que yo he hecho”, les dijo, “y aún mayores, porque yo voy a estar con el Padre” (Juan 14:12).
Jesús lanzo un gran reto a sus discípulos en esa sola declaración, pero el tiempo era corto y los necesitaba listos para su partida, y el hecho de que los dejara atrás no era en absoluto como se imaginaban que esto se desarrollaría.
La verdadera sorpresa fue la idea de que, sin Jesús, ¿cómo podrían hacer MÁS, más de lo que ya habían experimentado?
La revelación completa se produjo cuando Jesús pasó a decirles: “ Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará[a] en ustedes.” (Juan 14:16-17).
Jesús sabía que “obras mayores” vendrían con el Espíritu Santo, entonces, con algo de experiencia y la total confianza de Jesús en ellos, los discípulos estaban listos para continuar donde Él los dejaría, ¡y ahora, no había nada que no pudieran hacer!
Fundamento n.° 4: La Sanidad Funcionará para Ti
“Los que pertenecen a la iglesia pueden tener distintas capacidades, pero todas ellas las da el mismo Espíritu…Se pueden realizar distintas actividades, pero es el mismo Dios quien da a cada uno la habilidad de hacerlas. Dios nos enseña que, cuando el Espíritu Santo nos da alguna capacidad especial, lo hace para que procuremos el bien de los demás”. –(1 Corintios 12: 4, 6-7, TLA)
A estas alturas, probablemente ya te has dado cuenta de que todos los que Jesús llamó y ordenó en Su ministerio, se enfrentaron principalmente a la enfermedad y la dolencia. Fue Su marca entonces; esta es Tu labor hoy.
La pregunta es: ¿Quiénes están incluidos en los “llamados y ordenados”?
Las palabras de despedida de Jesús a sus discípulos responden a esa pregunta:
“«Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura.[a] El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y, cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud»”. (Marcos 16:15-18, NVI).
Si eres “salvo”, entonces Dios tiene la intención absoluta de que la sanidad te acompañe, te siga, esté contigo. Nunca tuvo la intención de sanar solo para acompañar a Jesús, ni a los 12, ni a los 72. Él lo hizo para TODOS los creyentes.
Además, Dios no tiene la intención de que la sanidad sea solo para ti, solo para tu beneficio. Él espera que TÚ ministres los beneficios de la sanidad a otros.
Para calificar como discípulo de Jesús, solo tienes que hacer una cosa Él dijo:
“Sígueme” (Mateo 4:19, 8:22, 9:9).
Pablo lo expresó de esta manera: “Síganme como yo sigo a Cristo” (1 Corintios 11:1).
A lo largo de este camino como “seguidor” de Jesús, puedes tener confianza en el hecho de que la sanidad está en tu futuro, ya sea que necesites recibirla para ti mismo o ministrarla a otra persona. De cualquier manera, puedes confiar en que siempre estará disponible para ti.
Recuerda, esa confianza no se basa en nosotros mismos, nuestras habilidades o incluso nuestros “dones” (1 Corintios 12). Es “según el poder [del Espíritu Santo] que actúa en nosotros” (Efesios 3:20, NVI). Así fue como funcionó para Jesús, para los 12, y para los 72.
Hoy, Jesús nos está enviando a hacer lo que Él ha ordenado a TODOS Sus discípulos: simplemente seguir el camino que Él forjó para nosotros. Al hacerlo, siempre nos llevará a caminar en sanidad divina… por nuestro bien y el bien de todos. ¡Puedes estar seguro de esto!